¡Estos animales cómo se lo montan!

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El título de esta entrada es una pista del tema de hoy. Sin olvidar que los humanos también somos animales, vamos a descubrir adaptaciones y comportamientos reproductivos en otros animales de los más variadas y curiosas. Aquí van algunos ejemplos…

  1. Tamaños, formas y tiempos

En las noches de invierno es habitual escuchar los maullidos de las gatas en celo, una mezcla de dolor y placer. La explicación a este escandaloso comportamiento es que el gato tiene unas espinas en el glande que desgarran la mucosa vaginal, lo que además es imprescindible para que la gata ovule.

Donde en el gato son espinas en el perro es un hueso que tiene en el pene para quedar acoplado al cérvix uterino. De esta manera se evita la salida del semen y aumenta así la fertilidad. Quedan “abotonados” o  ligados, mirando cada uno a extremos opuestos. Continúan en esta extraña postura hasta que el pene reduce su tamaño, lo que puede durar más de 30 minutos. Durante los tres días que dura el celo son frecuentes los apareamientos con distintos machos y en una misma camada no es raro encontrar cachorros con aspectos diferentes por ser de distinto padre.

Y es que entre los animales hay muchas estrategias para aumentar las probabilidades de éxito en la inseminación: El cerdo tiene un glande con forma de berbiquí que se enrosca en el cérvix y  evita reflujos hacia fuera del líquido seminal; en los carneros, un par de extensiones en forma de gancho en el glande impulsan al semen hacia el interior; el toro no necesitan de erección para agrandar el pene. Van de sobrados y tienen el pene flexionado en “S” en el interior del prepucio (flexura sigmoidea se llama). Este mecanismo le permite adquirir más tamaño al miembro durante la cópula y así el coito dura más y se evita la intromisión de otros machos.

¿Sabriais identifiacar el animal que corresponde con cada uno?

El sexo rápido es el que practican los herbívoros, como el caballo. No pueden perder mucho el tiempo en estas lides porque hay que estar preparado para la huida por si se acerca un depredador. El conejo, presa todavía más fácil, tiene un coito todavía más breve. El macho durante el orgasmo sufre un breve desmayo del que por supuesto se recupera pronto para volver con más ganas.

2. ¿Y las aves qué?

Los gallos carecen de pene como la gran mayoría de las aves (una excepción es el pato que por cierto, está muy bien dotado). La fecundación se produce a través de un órgano excretor de semen que el gallo tiene en la cloaca. En la cópula se unen las dos cloacas como dos ventosas. La gallina, aunque el gallo por su superioridad física las fuerce a copular, tiene la libertad de abrir o no la cloaca en función de sus gustos y así ser o no fecundada.  Esto representa un avance evolutivo de defensa a la prolificidad de los gallos que están todo el día a lo que están. Con este argumento se desmonta el disparate del santuario vegano creado por unas chicas que criaban gallinas evitando al que llamaban “gallo violador”. La idea les sirvió para salir en las noticias unos días, pero la granja resultó un fracaso.

  •  Y además…

Cuando los gansos son sorprendidos por otra hembra, esta se incorpora  al grupo sin problema y se lo montan en un “mênage á trois”. Otro ejemplo curioso son los bonobos (chimpancés enanos) que además de promiscuos, tiene la característica de que practican el sexo cara a cara como los humanos.

La sexualidad entre diferentes especies, aunque sean muy próximas, trae como resultados los híbridos. Los más conocidos son los mulos (resultado del cruce de caballo y burra) y el burdégano (entre yegua y burro). El aspecto es más similar al caballo en el burdégano y al burro en el mulo. Ambos mayoritariamente son estériles, pero existen excepciones fértiles.

El reflejo de Flehmen (en alemán significa arrugar el labio) es la expresión de la libido en los machos herbívoros. Consiste en un gesto curioso: agrandan los ollares (orificios de la nariz) con el fin de que las feromonas entren en la cavidad nasal sin que se escape ni una sola molécula de estas excitantes hormonas. Este reflejo es más frecuente en los machos, pero también se da en las hembras y no solo en los herbívoros, también en los gatos. Imaginad ahora a un “enamorado” humano haciendo este gesto cuando se viese atraído por su pareja, creo que se iba a llevar muchas calabazas.

Por último os quería hablar del freemartinismo en el vacuno, un hecho muy frecuente en los partos de terneros mellizos con distintos sexos. Entre los 30 y 40 días de la concepción se producen uniones en la circulación sanguínea de las placentas de ambos embriones y se mezclan sangres. Resultado: ambos embriones comparten hormonas y células. Genéticamente esto se considera una quimera (individuo con células genéticamente distintas). Así, durante el desarrollo fetal, el macho es feminizado y la hembra masculinizada y al nacer ambos presentan esterilidad o baja fertilidad.

Los comportamientos sexuales de los animales tienen pues muchas variantes, a menudo relacionados con la adaptación y la mejora reproductiva.  Estos son solo una muestra, hay muchos más…