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sábado, abril 20, 2024

AL LORO
con las vacas veganas

En estas páginas os dejamos una nueva reflexión de nuestro colaborador Antón Camarero. El artículo fue publicado inicialmente en la web de Ciencia Carbónica y, en él, Antón nos habla sobre cosas que los ganaderos deberían saber sobre el funcionamiento del sistema digestivo de las vacas. Que lo disfrutéis.

Antón Camarero

Aquí estoy con una nueva entrada vacuna, y esta vez la voy a dedicar a contaros cómo y qué comen las vacas. Empiezo describiendo su “curioso” aparato digestivo, en el que vamos a ver cosas que no son lo que parecen…

Las vacas como sabéis son rumiantes y aunque se dice de ellos que tienen cuatro estómagos, en realidad estómago lo que se dice estómago solo tienen uno, el cuajar (se llama así porque es donde los terneritos “cuajan la leche” para poder digerirla). Como curiosidad deciros que en las queserías antiguas utilizaban el jugo que extraían del cuajar de los terneros para hacer los quesos.

¿Y los otros tres estómagos de la vaca? En realidad, no son estómagos, son dilataciones del esófago ¿Su función? Actuar como tanques de fermentación (con una capacidad de ¡200 litros!). De estos el más voluminoso es la panza, luego va la redecilla que funciona como una bomba que mueve todo el contenido (si comes callos, son los trozos que tienen forma de “panal de abeja”) y por último el libro, formado por láminas o “páginas” que secan el contenido estomacal y actúan como filtro para impedir que las partículas grandes pasen al cuajar. Lo que no pasa al cuajar la vaca lo regurgita, lo vuelve a masticar, ensalivar, tragar… y de nuevo a la panza.

¿De qué se alimentan las vacas?
Principalmente de forrajes (las hierbas, hojas y tallos que son ricos en fibras) y de concentrados (los granos, semillas o subproductos que son ricos en proteínas o almidones). Cuando entran en la panza forman parte del líquido ruminal, donde están sobrenadando los alimentos y los microorganismos (bacterias y protozoos) encargados de fermentarlo. Los protozoos son como “vaquitas microscópicas” que en su interior también tienen bacterias que realizan la fermentación de la celulosa para conseguir su propio alimento.
Estos microorganismos al llegar al cuajar son digeridos pues son también fuente de proteínas. Como los protozoos los podemos considerar animales microscópicos, podemos afirmar que la vaca cultiva en su interior “animalitos” para después comérselos… ¡la muy ladina, y eso que va de vegana!

Durante la fermentación se producen gases que por el eructo son eliminados al exterior.
Como curiosidad os cuento que cuando hacía clínica una de las urgencias frecuentes eran las “vacas timpanizadas” ¿Qué les ocurría? Pues por diferentes razones no podían deshacerse de estos gases con el eructo, lo que les provocaba una dolorosa hinchazón. Había que actuar de urgencia y perforar desde fuera el rumen para evitar que se asfixiara (el gas comprimía el diafragma contra los pulmones). Si acercabas un mechero al chorro de gas que salía del interior de la vaca, aparecía una llama como la de un lanzallamas.

En la digestión de las vacas hay una pequeña proporción de bacterias que en vez de nutrientes producen metano. Este metano sale normalmente a la atmósfera en forma de eructo y por esto un sector de la opinión pública culpa a los rumiantes como uno de los responsables del efecto invernadero.

La producción de metano es real, pero no debemos olvidar que la cría de rumiantes aporta otros muchos beneficios al medio ambiente y a la humanidad: Se cultivan en el mundo millones de hectáreas de forrajes para alimentarlas (praderas o maíz que fijan en sus raíces cantidades enormes de CO2 al suelo y que compensan así este inconveniente del metano). Estos cultivos además impiden la erosión del suelo, ocupan muchas veces zonas donde los vientos ciclónicos no dejarían crecer a los árboles y sirven de cortafuegos intercalados entre las masas boscosas, impidiendo la propagación de los incendios.

También deciros que el alimento de los rumiantes en parte o en su totalidad es un recurso que el hombre no podría utilizar como alimento. Si no fuera por estas plácidas falsas veganas no se podría transformar la celulosa en alimentos como son la leche o la carne.

Como conclusión: Las vacas son necesarias y sería un error dejar de criarlas, pues el balance es muy positivo cuando analizamos sus pros y sus contras medioambientales.


 

LEE LA REVISTA AFRIGA #140

 

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