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viernes, marzo 29, 2024

IKEA y las vacunas de ARN

Por Montse Pérez

 

¡Hola!

Bueno, pues ya estamos en 2021 y desgraciadamente seguimos pandémicos perdidos. La buena noticia es que el fin de la pandemia está cada vez más cerca porque en un tiempo record habemus vacuna.

Mientras escribo estas líneas, Nieves Cabo, compostelana de 82 años residente del centro Porta do Camiño de Santiago, recibe la segunda dosis de la vacuna de Pfizer. Y pienso en Santiago de Compostela, en A Coruña y me viene a la mente otra historia, de hace poco más de dos siglos, que también empezó en A Coruña.

El año pasado tuve la suerte de que la profe de gallego de mis hijas eligiera como una de las lecturas obligatorias de su asignatura “Os nenos da variola” (Los niños de la viruela) de María Solar.

Me habéis pillado, pertenezco a la Mafia de las Madres. En mi defensa diré que además de utilizar con maestría la jerga típica de madre, encajando a la perfección frases como “ni libro, ni libra” o “como vaya yo y lo encuentre” me aprovecho de las recomendaciones de mis hijas y sus profes para leer cosas que de otro modo me pasarían desapercibidas. Es lo que tiene el vicio de leer, que si te descuidas, te coge el frío leyendo la información del gel de ducha 😉

A lo que iba, aunque es una novela juvenil, está tan bien escrita y la historia es tan interesante que te engancha desde el minuto uno. Tenéis también la versión más adulta de la mano de Javier Moro, titulada “A flor de piel” (2015) o la película de 2016 titulada “22 ángeles” y dirigida por Miguel Bardem. ¡Si es que hay hasta un comic! “Nuevo Mundo. Isabel Zendal en la expedición de la vacuna” (2018) obra de El Primo Ramón.

Cuentan la historia de los 22 niños huérfanos, residentes en la Casa de Expósitos de A Coruña que, en 1803, llevaron en su cuerpo la vacuna de la viruela a América. Fue la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna liderada por el Dr. Balmis y en la que los niños iban acompañados por la rectora del orfanato, Isabel Zendal. Su nombre os suena seguro y por si no lo sabíais os diré que en 1950 fue reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la primera enfermera de la historia en misión internacional. ¿Cómo te quedas? Galicia calidade 😉

La historia de ésta y otras vacunas la tenéis maravillosamente contada en esta noticia de AFRIGA de Antón Camarero titulada “Vacas, vacunas y Galicia”. Así que no me extenderé más.

Al lío, la OMS define vacuna como cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. Las hay de distintos tipos, pero hoy quiero hablaros de las de ARN mensajero  (ARNm).

Las vacunas de ARN

El ARNm es el equivalente a las instrucciones de IKEA para montar un armario, pero en este caso para obtener una proteína. El que nos encontraremos en la vacuna del SARS-CoV-2, es el que codifica para la proteína Spike (S). Esta proteína está en la superficie del coronavirus y es su llave maestra para entrar en nuestras células.

Y entonces ¿cómo funciona? Os preguntareis. Lo primero es introducir en el organismo el ARNm (esta es la parte del pinchazo ¡ay!) y lo segundo es conseguir que llegue al interior de las células sin que nuestro sistema inmune se lo cargue antes de que sinteticen la proteína. Para eso se utiliza la técnica del lobo en el cuento de Caperucita Roja.

¡Qué viene el lobo!

El ARNm debe llegar al citoplasma celular para que los ribosomas hagan su trabajo. El lobo entró en la casa de la abuelita y no contento con eso, esperó a Cape en la cama y con el gorro de abu puesto. ¿Cómo le ponemos el gorro al ARNm para que entre en las células sin problemas? pues introduciéndolas en nanopartículas lipídicas (de grasa). Las células las engullen por un proceso natural denominado endocitosis. Una vez dentro, los ribosomas (a mi me recuerdan a los Curris de Fraggel Rock ¿Os suenan?), reconocen la estructura del ARNm como si fuera propio y se ponen a sintetizar la proteína.

Aquí empieza la parte de ¡Qué ojos más grandes tienes! ¡Qué boca más grande tienes! y se desencadena la producción de anticuerpos, porque la proteína no tiene disfraz, el cuerpo la reconoce como un antígeno y se genera la memoria inmune. Vamos, que si una vez generada esta memoria a algún osado virus se le ocurre intentar infectarnos, nuestro sistema le va a lanzar una estocada de anticuerpos que lo dejará temblando.

¿Alguna posibilidad de convertirse en zombi?

Estos días recibí el meme de la película “Soy leyenda” (2007) protagonizada por Will Smith y cuya trama se desarrolla en 2012 (no en 2021, como dicen por ahí). Robert Neville es el último hombre vivo sobre la Tierra y el resto son vampiros. Todo por culpa de la modificación genética del virus del sarampión como cura para el cáncer y ¡Toma, pandemia al canto! No os la destripo, os la recomiendo. Aunque cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia 😉

La proteína Spike es una de las 4 proteínas estructurales del virus. Las otras tres son: la proteína E (envelope), la proteína M (membrane) y la proteína N (nucleocapsid). ¿Por qué os cuento esto? Pues porque con la información contenida en las vacunas (el ARNm de una única proteína modificada) es imposible obtener el virus completo y por tanto infectarse. Volviendo al simil de IKEA, con las instrucciones de una estantería no puedo montar un canapé ni, por supuesto, sintetizar las piezas.

Y no, el ARNm no va a migrar al núcleo ni se va a integrar en tu ADN, tranqui. El único inconveniente de este tipo de vacunas es que el ARNm se degrada con muchísima facilidad, por eso hay que conservarlo a -20ºC o a -80ºC. El tiempo nos dirá cuánto dura la inmunidad, pero diseñar vacunas de este tipo, tan específicas y que tanto la de Pfizer como la de Moderna generen una inmunidad de más del 90% en fase III es la leche. No me lo podéis negar 😉

Cuanta más información mayor confianza habrá en las vacunas. Las ya aprobadas y las que vendrán, son esenciales para vencer al bicho. Las tenemos gracias al trabajo de científicas como Katalin Kariko, que estuvo años intentando que financiasen sus investigaciones sobre cómo introducir el ARN en el organismo. Como en las pelis, no? Siempre hay un científico adelantado a su tiempo al que no se le hace ni caso… Aunque, como diría Michael Ende en “La historia interminable”, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Os dejo por ahora, pero recordad #SinCienciaNoHayFuturo

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