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jueves, abril 25, 2024

MANUEL BERDOMÁS TEJO
La vida de un ganadero

Manuel Berdomás Tejo es una de esas personas que han vivido desde primera línea el nacimiento, despegue, momentos críticos, consolidación y transformación del sector lácteo gallego. Nacido en el municipio coruñés de Frades en 1950, toda su vida la ha dedicado a la ganadería y a la producción de leche. Ahora, ya jubilado, sigue en contacto permanente con el día a día de las explotaciones y sus problemas, y aún ayuda en la granja que él y su familia levantaron durante décadas. Miembro de la Junta de Gobierno de Afriga, ocupa el cargo de Tesorero ya que siempre le preocupó, como a todos los ganaderos, que las cuentas cuadren.

Manuel nos recibe en la explotación familiar del lugar de Outeiro, parroquia de Papucín, cuando regresa de comprobar los avances en el último proyecto en que se ha embarcado su ganadería y del que hablaremos más adelante.

Los inicios

¿Cómo empezó Manuel a ser ganadero?
“Yo nací aquí y siempre viví aquí. En casa toda la vida tuvimos vacas, igual que todos en esta zona. Ya ayudaba a mis padres en los trabajos agrícolas así que en 1973 tomé la decisión definitiva de quedarme en casa para ser ganadero y me puse al frente. Aunque era algo que siempre había tenido bastante claro y por eso nunca busqué trabajo en otra cosa. Cuando yo me puse al frente teníamos siete vacas, de las que seis eran de raza rubia gallega y una frisona.
En aquellos primeros meses solo vendíamos los terneros que nacían y algún queso que se iba haciendo en casa.” Al volver del servicio militar, Manuel también se casó y, desde entonces, su mujer ha trabajado codo a codo con él en la explotación. Este ganadero es el sexto de ocho hermanos y eso también influyó en la decisión de quedarse ya que alguien tenía que apoyar a los padres en los últimos años. Contrariamente a muchos otros jóvenes de su época, Berdomás no sucumbió a la tentación de emigrar a Suiza, Alemania o Francia como si hicieron muchos otros en esta zona. Quería ser ganadero y a día de hoy sigue orgulloso de la decisión tomada.

A diferencia de muchos casos en los que la ampliación de la cabaña o de la base territorial llevó a optar por la producción de leche, Manuel llegó a ella de forma muy diferente. “El mismo año que me incorporé pudimos comprar un tractor Ebro. Recuerdo que llegó a casa el 12 de mayo. Con él pudimos ir empezando a roturar más fincas y tener más alimento para el ganado. Con las vacas más alimentadas ya empezamos a vender algo de leche porque la producción aumentó. Se empezó a poder tener hierba seca almacenada e introdujimos algo de maíz, que se recogía a mano y se guardaba en el hórreo.” El tractor pudieron comprarlo mediante un crédito del desaparecido Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario (IRYDA) y con el aval de la Sociedad Anónima Estatal de Caución Agraria (SAECA). “Al ir teniendo ingresos por la leche pensamos que era necesario ampliar la cabaña y fuimos comprando más ejemplares, pero ya solo de frisona. Yo le pedí al veterinario que trabajaba por esta zona que me buscase toros que fuesen buenos para la producción de leche. Y dio resultado: llegamos a tener alguna vaca calificada de excelente. Como anécdota, y para que se vea mi confianza en aquel profesional, cuando me preguntaban de quién eran hijas aquellas vacas yo decía que del veterinario… Él traía las dosis y yo nunca le pregunté por los toros. El resultado fue bueno.”

REVISTA AFRIGA 140 — Manuel Berdomás
Berdomás en la sala de ordeño de la granja familiar

La financiación era entonces más complicada que ahora. Y no solo porque los bancos no buscaran clientes en el campo sino también por la cantidad de trámites que se requerían. “Recuerdo que los intereses estaban entonces al 6% y que había que ir a recoger el talón a la sede del Banco de España en A Coruña. Con un crédito de 445.000 pesetas de esas entidades públicas pude comprar el tractor con remolque, arados y fresadora. En el año 1973, 445.000 pesetas eran una fortuna.” Posteriormente, en 1977, se hicieron con una ordeñadora Alfa Laval de dos puntos en paralelo.
Se la compraron a Magín, que era un distribuidor de maquinaria de Lugo. “La vi funcionando en otra explotación de por aquí y no me lo pensé dos veces. Cerramos el trato por teléfono. Costó 150.000 pesetas. Pero en ese caso no tuve que recurrir a un crédito oficial: con la venta de un solo ternero de raza rubia pude pagar la ordeñadora. Desde luego los precios eran otros entonces y la carne se pagaba muy bien.”

Otra cosa es la odisea que suponía la entrega y recogida en aquella primera época y en esta zona. “Por entonces no había ni concentración parcelaria ni pistas de acceso a las fincas o incluso a algunos núcleos de casas.

 

Antes de utilizar la primera ordeñadora de dos puntos paralelos, en la ganadería de Manuel se realizaba el ordeño de forma manual. Vaca a vaca y con la leche cayendo a un cubo.

Nosotros teníamos que ir todas las mañanas con una yegua cargada con la leche a un lugar situado a un kilómetro de aquí, que era donde esperaba el camión que hacía la recogida. Usábamos pequeños recipientes para cargar hasta que nos hicimos con uno de esos bidones de cierre a presión que contenía 25 litros. ¡Aún hoy lo usamos como paragüero!” Antes de utilizar la primera ordeñadora de dos puntos paralelos, en la ganadería de Manuel se realizaba el ordeño de forma manual. Vaca a vaca y con la leche cayendo a un cubo. Tanto el ganadero como su mujer y su madre se turnaban en los ordeños. Con la ordeñadora siguieron durante un tiempo llenando bidones hasta que luego ya se hizo obligatorio el uso de tanques de frío. Eso sí, transcurrieron diez años desde que se pusieron a producir leche hasta que el camión de recogida pudo por fin llegar hasta la puerta de la granja. En esa década eran ellos mismos los que hacían parte del transporte.

“Al principio vendíamos la leche un poco a ciegas. Recuerdo que venía un camión con un rótulo que ponía “Quenosa”. El camión paraba en un lugar que se llama Baúca, donde confluyen las parroquias de Frades y Papucín y los ganaderos llevábamos allí la leche. La verdad es que solo teníamos trato con el camionero e incluso era el mismo quien nos pagaba en un sobre.
Debo decir que los pagos eran siempre puntuales y nuca hubo problemas en ese sentido. Por cierto, hay que dejar claro que, si se hace una comparación, en aquella época cobrábamos el doble que hoy. También fue hablando con el camionero como conseguimos que viniera a hacer la recogida en las explotaciones en el año 1980. Pero realmente no sabemos muy bien qué se hacía después con nuestra leche.”

REVISTA AFRIGA 140 — Manuel Berdomás
El ganadero ha trabajado con diferentes sistemas de ordeño

A medida que el sector se fue estabilizando, surgieron cooperativas, asesores, servicios técnicos…y también grandes industrias. La explotación de Manuel, convertida ya en Ganadería Outeiro-Frades, pasó a servir su leche a comienzos de los años 80 a Leyma a través de la cooperativa de Frades –porque Leyma la constituyeron las cooperativas-. “Cuando entramos en la cooperativa, los únicos servicios que había eran la venta de piensos de Feiraco y la recogida de leche para su entrega a Leyma, de la que era socia.” Berdomás valora positivamente aquella época porque considera que la leche estaba bien pagada y el sistema de descontar de los pagos los consumos que se habían hecho resultaba efectivo.

La competencia obliga y en 1989 esta ganadería dejó de hacer las entregas a Leyma porque recibió una oferta mejor. “Había una diferencia de hasta 5 y 6 pesetas por litro entre lo que pagaba Leyma y lo que nos ofrecía Complesa. Entre varios ganaderos de la parroquia hicimos un grupo y venía un camión a recoger exclusivamente nuestra leche. ¡Hubo meses que nos pagaron a 74 pesetas el litro (0,44 €)! Luego, con la desaparición de Complesa, ya nos pasamos a Besnier (la actual Lactalis), que empezaba a operar por la zona de Lugo.
Quiero destacar que el trato con el fallecido Eugene Jamin –que era el responsable aquí de Besnier- fue excelente y siempre cumplió con todo lo que se había comprometido.” Luego, como el resto de explotaciones, fueron cambiando de industria según sus necesidades e intereses.

Lógico en cualquier empresa y también en la ganadería.

Volviendo al comienzo de la actividad de Manuel como ganadero, el paso a la producción de leche de forma casi exclusiva obligó a trabajar las fincas de forma diferente a como se había estado haciendo. “Hasta más o menos el año 1985, el 90% del forraje que comían nuestras vacas era hierba. Desde esa fecha ya se empezó a apostar claramente por el maíz para silos.
Al principio fue difícil porque no había conocimiento del cultivo ni la maquinaria necesaria para sembrarlo y recogerlo ni la infraestructura para ensilarlo. Una de las primeras cosechadoras la compramos un socio y yo; era de las que recogían una sola hilera, pero ya tenía dispositivo para depositar lo recogido en el remolque. El servicio de asesoramiento de la cooperativa de Frades fue muy útil en aquel tiempo para asentar definitivamente el maíz en esta zona.”

Echando la vista atrás, Berdomás señala las grandes diferencias que hay entre la forma de relacionarse entre los vecinos que había cuando empezó y cómo son ahora. En aquella época todos trabajábamos para todos.
“En épocas como la recogida de hierba estábamos todo el día juntos e íbamos cumpliendo con la faena casa por casa durante todo el mes. Solo se trabajaba durante las horas de luz y de noche se paraba. Hoy en día, en cambio, hay momentos en que hay que trabajar de noche para recoger todo el forraje, pero ya lo hace cada uno en su casa o incluso trabajadores externos.

Ya hemos visto que uno de los primeros pasos que se dieron en lo que hoy es la ganadería Outeiro-Frades fue la compra de un tractor. Y es que la maquinaria siempre fue un factor vital para esta explotación. “Siempre tratamos de invertir para tener la máquinas más punteras y modernas porque sabíamos que serían la mejor manera de ser más eficaces. Hoy en día hemos prescindido de buena parte de la maquinaria propia porque nos resulta más rentable formar parte de la CUMA a la que pertenecemos y porque tenemos la garantía de que el trabajo se va a realizar de forma eficiente y en tiempo. Pero antes no había estas fórmulas cooperativas y sí que invertimos mucho en máquinas. Con gran resultado, por cierto.”
Además, Manuel reconoce que el trabajo con las máquinas agrícolas siempre le apasionó y pasó muchas horas dedicado a él.

Bueno… los tiempos cambian, las cosas avanzan y el trabajo es diferente. Nada más.

Paralelamente al crecimiento de la cabaña, del volumen de leche y del terreno cultivado, fue necesario ir aumentando también las instalaciones. Berdomás recurrió para ello principalmente a los créditos y convenios del Ministerio de Agricultura y a los avales de la arriba citada SAECA, así como a la ya extinta Agencia de Desarrollo Ganadero. Con ayuda de esos créditos, la explotación pasó del reducido establo inicial a ir ampliando instalaciones hasta sumar hoy en día cuatro grandes naves y una quinta en fase de construcción. Parte del dinero se destinó a la compra de cuota, que también fue creciendo progresivamente, situándose en 1.348.000 kilos en el momento de la desaparición del sistema de cuotas, hace cuatro años.

Problemas viejos y actuales

Precisamente el crecimiento en el tiempo de la explotación hizo que Berdomás y otros ganaderos de la zona se dieran de bruces con la cruda realidad de la falta de base territorial y la enorme dificultad para ampliarla. “Más o menos alrededor de 1990 empezamos a darnos cuenta de que la falta de tierra iba a ser un serio problema.
Se iba cogiendo bajo alquiler u otra fórmula alguna finca que quedaba disponible. Hoy casi la mitad de las hectáreas que trabajamos son alquiladas y la verdad es que no veo que vaya a haber una solución a corto o medio plazo en este ayuntamiento y en los que nos rodean. En otras zonas lecheras no pasa lo mismo y hay tierra suficiente, aunque supongo que tendrán otros problemas. Aquí, hay que decirlo claramente, el problema son los eucaliptos.
En cuanto una explotación se abandona ya no tenemos ni opción de acceder a sus tierras; enseguida se llena de eucaliptos porque se busca la rentabilidad casi inmediata sin tener que establecer relaciones con nadie. Y además se autorizan todas las plantaciones sin ningún tipo de traba. El sector forestal tiene más peso en la toma de decisiones, aunque en él hay menos gente trabajando que en la ganadería.”

La falta de veterinarios era un problema común a todas las comarcas de Galicia cuando Manuel empezó y siguió siéndolo bastante tiempo. “No es que fuera un servicio caro, al menos comparándolo con lo que cobran ahora, pero había muy pocos veterinarios. Estaban los que figuraban como titulares en algunos ayuntamientos y poco más. Y de los famosos albéitares nunca me fie demasiado. Por eso, hice todo lo posible por adquirir conocimientos y me apunté al primer curso de inseminación que se hizo en lo que hoy es la Semana Verde. Era entonces Conselleiro de Agricultura Jaime Rey de Roa, ¡¡lo que ha llovido!! Gracias al curso ya pude dedicarme a hacer las inseminaciones en la granja e incluso inseminé vacas de otras explotaciones. Y también aprendí sobre los partos y no tengo dificultad en voltear un ternero que viene torcido en el parto. Por supuesto, con la práctica se va mejorando. Pero está claro que para nuestra granja supuso un gran ahorro poder inseminar y almacenar semen y facilitar los partos. Todo ese conocimiento también nos concienció de la necesidad de trabajar en genética para mejorar la calidad de la leche y la morfología de los animales.”

REVISTA AFRIGA 140 - Manuel Berdomás
Berdomás con los animales recién nacidos

¿Qué hay de los movimientos de protesta, las tractoradas o las huelgas de entregas que protagonizaron los ganaderos gallegos en los casi cincuenta años que Berdomás lleva en el sector? “Yo participé en todas las manifestaciones y tractoradas que pude y acudí a ellas convencido porque creía y creo que nuestras reclamaciones eran justas. Pero hoy me doy cuenta de que todo aquello no fue demasiado útil.
O, al menos, no se lograron los objetivos con los que íbamos a las protestas. Y eso que al principio aún nos hacían algún caso. Hoy en día pienso que ya no nos tienen en cuenta e incluso carecemos de la unidad que sería necesaria. Por otro lado, opino que las subvenciones que reciben los sindicatos agrarios les restan independencia y eficacia. Yo sería partidario de pagar una cuota sindical más elevada y que los sindicatos tuvieran un peso real y no tuvieran que plegarse ante determinadas exigencias. En fin, de todo aquello me quedo con el grato recuerdo de que los vecinos que no eran ganaderos siempre nos apoyaron y se solidarizaron con nosotros. Pero hasta eso se ha perdido hoy en día porque se ha creado la falsedad de que no tenemos derecho a quejarnos porque recibimos muchas subvenciones.”

Las vacas de Berdomás se utilizaron en las escuelas de jueces que se organizaban al comienzo en esta comarca y en las limítrofes con el objetivo de que los ganaderos conociesen la morfología de los animales.
No con ambición por ganar sino por colaborar en asentarlos. “Los de control lechero nos pedían seleccionar animales para que los concursos pudieran tener éxito y nunca dudamos en seleccionar y enviar algunos ejemplares con la voluntad de colaborar.” Por el contrario, las subastas no formaron parte de la actividad de la granja. Por un lado, porque siempre recurrieron a la recría para abastecerse de animales y por otro porque históricamente no necesitaron nunca vender vacas.

Hasta bien entrados los años 90 no se desarrolló la oferta formativa para ganaderos que hay hoy en día. “Cuando empezamos no había gran cosa y lo poco que se hacía lo impartíamos en la cooperativa.” Berdomás fue uno de los primeros socios de la Cooperativa Central de Frades y ha estado vinculado a ella en diferentes etapas, llegando a ser miembro del consejo rector.

El futuro

A pesar de estar jubilado oficialmente como ganadero, Manuel sigue muy pendiente del sector y nos da su visión sobre cómo pueden evolucionar las cosas en los próximos años. La explotación que levantaron él y su mujer es ahora responsabilidad de sus hijos y el proyecto sigue creciendo, por lo que hay que estar atentos a cada movimiento y aportar la sabiduría que conlleva la experiencia.

Lo más importante para un ganadero es el precio que recibe por su leche. Ese dinero determina el funcionamiento de la explotación y de la propia vida de los titulares. En ese sentido, Berdomás no es optimista. “No creo que la leche vaya a subir en los próximos años, la industria lo tiene todo controlado. Prefieren intercambiar mercancía entre ellos que subir el precio al ganadero. Recuerdo que hace bastantes años las industrias venían a buscarte a casa y querían ser las primeras en hacerte una oferta, que siempre era elevada. Ahora eso se perdió y ya no va a volver a pasar. También veo que la administración y los sindicatos no se atreven a meter mano a las prácticas de la industria. Así que las empresas nos irán pagando lo que vean que nos da justo para ir aguantando y punto.”

Por esa política de precios bajos de la industria, Berdomás cree que el futuro pasará por explotaciones que tendrán que ir creciendo en volumen todos los años y buscando cada vez una mayor calidad en la leche. Tendrán que ser más y más competitivas aun sabiendo que su esfuerzo no va a estar bien pagado. “Lo estamos viendo con los contratos: no nos dan ninguna posibilidad de negociar. Dos meses antes del vencimiento ya te obligan a firmar un papel que recoge que se ha hecho la oferta. Y 15 días antes nos lo pasan a formar sin que podamos ni leerlo. Y si no aceptas, búscate la vida y a ver quién te compra la leche. También se aprovechan de que la leche es un producto perecedero que no se puede almacenar y tenemos que venderlo con urgencia.”

En lo que sí es optimista Berdomás es en el relevo generacional. Al menos en cuanto a esta comarca. Aquí se ha incorporado al sector bastante gente joven. “No sé por qué sucede en esta zona y no en otras, pero es cierto que los jóvenes se van haciendo cargo de las granjas e incluso se abrieron algunas nuevas no hace tanto tiempo y también se alquilaron naves que estaban paradas. Obviamente, también hubo algunas que cerraron para siempre. Pero creo que no ha bajado el número de explotaciones y desde luego se incrementó el de vacas y el de litros producidos. Se ve gente joven en el campo y eso es buena señal.”

Aun así, Manuel ve amenazado el futuro de esa gente joven que se incorpora por el hecho de la falta de terreno para ampliar las explotaciones. “Ya digo que la tendencia es que las granjas crezcan en volumen para poder ser competitivas; pero eso es imposible si no se resuelve el problema de acceso a nuevos terrenos. Si todo está con eucaliptos no tendremos posibilidad de crear más praderas o más campos de maíz y no se podrá crecer. Porque no es viable depender de la compra de forrajes y concentrados para producir. Si seguimos como hasta ahora, en 15 años se perderán la mitad de las explotaciones de Frades; si se cambia la ordenación del territorio, habrá futuro para todas.

Por otro lado, parece que la agrupación de explotaciones –bien en forma de SAT o de otras opciones- es algo que irá a más para poder tener volumen y para lograr la ansiada calidad de vida que demanda la gente joven para poder quedarse en el campo. Sin embargo, percibo que los jóvenes no son los más dispuestos ahora mismo a este tipo de uniones.
No sé por qué. Pero está claro que solo mediante fórmulas de unión podrán conseguir volumen para ser competitivos y calidad de vida. Es decir, no tiene sentido tres ganaderos con 60 vacas cada uno si puede haber una sola granja ordeñando 180.”

Los tiempos de Manuel, en los que se pasaban años y años sin un día libre, ya no seducen a la gente joven, que quiere disponer de tiempo para el ocio o para otras actividades ajenas a la granja. Y además trabajar tantísimas horas tendría sentido si sirviera para hacerse rico, pero, con los costes de producción y los precios que hay hoy en día, es imposible enriquecerse.

La explotación

Desde los comienzos y hasta 1997 la granja de esta familia se llamó Ganadería Berdomás. En aquel año pasó a llamarse SAT Outeiro-Frades y desde 2016 pasaron a la fórmula de SL por ser el titular único uno de los hijos de Manuel. En la explotación trabajan hoy dos de los hijos, un empleado y una mujer que se dedica al ordeño en exclusiva.

En sus instalaciones viven 170 cabezas de ganado de las que 130 están en ordeño y 40 son vacas secas o recién nacidas. Además, tienen 110 animales en el Rancho Las Nieves, de Zaragoza, donde se hace la recría. Optaron por la fórmula de recría externalizada por causa de ese problema de falta de terreno del que hemos hablado a lo largo de la entrevista.

Outeiro-Frades SL cuenta con cuatro naves para trabajar y están acabando de levantar una más que destinarán principalmente a cebadero y alojamiento de animales secos. Las dos más grandes se usan para dar cobijo a las vacas y las otras dos son una sala de ordeño con oficina en la planta superior y un almacén.

Las camas de los cubículos son de colchoneta sobre la que se utiliza una mezcla de carbonato, serrín y cáscara de pino. En la nave en construcción tienen previsto instalar el sistema de cama caliente (con paja). Las naves actuales disponen de 180 cubículos y las camas se hacen dos veces al día. Sumando las de la futura nave, disponen de casi 200 plazas en cornadizas.

La ventilación en las naves de vacas se realiza mediante ventiladores en una de ellas y mediante un sistema de entrada de aire a través de la separación entre los tejados y las paredes en la otra. En todo caso, esta comarca no es de temperaturas extremas en verano ni en invierno por lo que la ventilación no es un problema.

La explotación produce anualmente alrededor de 1.400.000 litros que se extraen mediante una sala de ordeño trasero de 20 puntos. El control lechero se realiza de forma alterna a través de Africor-Coruña. La sala, de la marca Boumatic, ya recoge todos los datos relativos a los animales de forma individualizada para su posterior tratamiento informático. En breve cambiarán los collares de las vacas por otros más modernos que permitirán recopilar aún más datos sobre cada vaca (celos, inseminaciones, rumen, patologías…)

Los ordeños –dos al día- se realizan a las 7 de la mañana y a las 18,30. El proceso de ordeñar les ocupa alrededor de hora y media; o dos horas si se incluye el proceso de limpieza posterior.

La media diaria por vaca está en 32 litros, con un índice de entre 3,9 y 4 de grasa. La proteína se sitúa en un 3,4 de media anual. Esta buena media de sólidos en la leche se consigue mediante la mejora genética que siempre les ha preocupado y cambios recientes en la ración de las vacas.

El recuento de células se sitúa alrededor de 180.000.

La leche se la vende a la empresa Entrepinares mediante un contrato anual que tiene de precio base 0,315 €/litro.

Outeiro-Frades delega la recría en Rancho Las Nieves por lo que en la granja no hay novillas. Las vacas de primer parto vienen a la explotación cuando están a punto de parir. El momento de la primera inseminación se consensua entre los responsables del Rancho Las Nieves y los de la explotación en función de las características y el estado de cada animal o lote de animales. Lo habitual es que se inseminen a los trece meses de edad de forma que raro es el animal que da a luz con dos años cumplidos. El contrato establece que la granja solo cobra por vaca preñada, de forma que no hay un coste adicional si las primeras inseminaciones fracasan. Además, si la novilla tiene algún problema y no logran preñarla, se les devuelve el importe de lo que hayan gastado en ella. Los Berdomás están satisfechos con este sistema de recría, que empezaron a aplicar en 2004. Tanto es así que en este tiempo solo visitaron dos veces a las vacas que tienen en Zaragoza y fue más por ver cómo funcionaba todo.

Para las inseminaciones, el centro de recría les ofrece un pack con diferentes toros que garantizan diferentes parámetros (dureza de patas, tamaño de ubres, capacidad productiva…) y el ganadero elige las dosis que considera más convenientes. El precio de las dosis depende de la calidad que aporten los toros.
Las primeras inseminaciones son siempre con los toros más caros y el centro tiene acceso a los datos genealógicos de las novillas para buscar aquellos que garanticen una menor consanguinidad y un mayor rendimiento lechero en función de las características del animal. Si la primera inseminación fracasa, se usa un toro de menor calidad en la segunda y tercera. Si estas también resultan fallidas, la vaca se destinará a producción cárnica.

Para las vacas que ya están en la explotación suelen usar dosis de toros con aptitud cárnica, sobre todo azul belga. Esto se debe a que con esa raza consiguen unos partos fáciles y cómodos. Por ejemplo, un ternero de un mes puede alcanzar los 400 euros. Además, no tienen necesidad de que nazcan hembras porque con el centro de recría ya cubren ese apartado. Eso sí, para las vacas de más producción siguen usando dosis de toros frisones. En Outeiro-Frades disponen de dos fosas para residuos con una capacidad total de 2 millones de litros. Una de ellas está situada en la parte baja de la explotación de forma que los residuos llegan a ella por su propio peso.

REVISTA AFRIGA 140 - Manuel Berdomás
Ordeño del turno de tarde

Estos ganaderos trabajan 74 hectáreas de terreno de las que 33 son alquiladas y 41 propias. De ellas, 45 se destinan a maíz y hierba 20 solo a hierba, quedando las nueve restantes para alfalfa, por cuestión del famoso pago verde. Al estar dentro de una CUMA, la maquinaria se ha reducido sensiblemente en la granja. Queda un tractor para diferentes usos y una telescópica que se utiliza para casi todo. De hecho, en el plan de mejora que les aprobaron recientemente ya incluyeron la compra de una nueva telescópica por el mucho servicio que hace. Lo que si poseen es un carro mezclador propio de Rotomix, autopropulsado y con carga de fresa normal.

Como veíamos arriba, la granja está trabajando en la construcción de una nueva nave que servirá de cebadero principalmente. Dado que el consumo de vacuno viejo se ha disparado en los últimos años, estos ganaderos creen que es una buena opción seguir criando durante una temporada las vacas que han dejado de producir leche. Especialmente porque son animales de una buena aptitud cárnica, y también porque pueden alimentarlas de sobra gracias a que no tienen que estar pendientes de la recría. En principio van a convivir en la nave parte de las vacas secas que pueden volver a preñar junto con las destinadas a cebo. Pero esperan que las vacas cebadas vayan cada vez a más. Para su alimentación se va a emplear lo que sobra de la ración de las vacas en ordeño y el complemento con fórmula específica para cebo.


 

LEE LA REVISTA AFRIGA #140

 

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