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sábado, abril 20, 2024

El pastoreo moderno: técnicas, condiciones necesarias y errores habituales
Xan Pouliquen Kerlau | Xestión Agrogandeira e Natureza SL

Poco a poco, despacio pero con firmeza, el pastoreo se está poniendo de moda y va ganando adeptos. Esto es normal porque resulta rentable, como ya se ha visto en algún artículo de la revista AFRIGA, y volveremos a mostrarlo. A este fenómeno también se suman las industrias que últimamente inician líneas de «leche de pasto». En el contexto actual de evolución caótica, con precios que bailan sin cesar, el camino de «más vacas, más cuadra, más robots, más ordeños, más leche y más préstamos» es una vía que muestra límites. No todos seremos capaces de tener establos con 20.000 vacas, ¿verdad? Que una granja sobreviva depende de cómo es capaz de dar sueldo y condiciones dignas de trabajo a la familia que la lleva. El pastoreo es una posibilidad para quien no puede o no quiere «doblar la producción» cada vez que sale un plan de mejora o que el precio de la leche es alto.

Texto: Xan Pouliquen Kerlau
Ingeniero agrónomo y asesor agroganadero
Apoyos gráficos: Xestión Agrogandeira e Natureza SL
xangalicia.com


Ahora bien, hay pastoreo y pastoreo. Muchos de nosotros podemos pensar que pastar es lo que se hacía antes. Pues no: el pastoreo moderno es muy distinto de lo que hacían nuestros padres y nuestras abuelas. Llevar las vacas al pasto es fácil, aunque sacarle el máximo beneficio económico es algo más complejo. Pero bueno, ¡sin asustarse, eh! Tener vacas en un establo es fácil, aunque sacarle 11.000 litros de media a un rebaño es algo más complejo. Pasa lo mismo con el pastoreo. Fuimos capaces de pasar de vacas de 6.000 litros a vacas de 12.000 ganando dinero, y también seremos capaces de hacer un pastoreo que dé beneficios.

En este artículo voy a presentaros primero las distintas formas de hacer pastoreo. Una vez que sepamos esto, podremos ver cuáles son las condiciones que debe tener una granja para poder cambiar, y pasar de un sistema con vacas dentro del establo a un sistema de pastoreo. Terminaré presentando los errores más frecuentes que he visto a lo largo de estos últimos quince años que llevo fomentando y asesorando a ganaderos y ganaderas en el pastoreo y la producción ecológica.

Las distintas maneras de trabajar con pasto son básicamente tres: el pastoreo libre, el racionado y el rotativo.

1. Las distintas técnicas de pastoreo

Llegas a un establo y preguntas dónde están las vacas. «A pasto», contestan. Las imágenes de la Fotografía 1 muestran a esas vacas «a pasto». Como bien se ve, esas vacas tienen a su disposición cantidades muy dispares de forrajes, de muy distintas calidades: desde, digamos, 2.000 kilos de materia seca por hectárea a cero, y con digestibilidades cercanas al 100 % a otras de menos del 60 %. En consecuencia la producción de leche, las calidades, el estado corporal y el propio futuro del pasto van a ser muy distintos. He aquí por lo que las rentabilidades de las granjas también van a ser variables en sistemas con pastoreo. Veamos pues las distintas maneras de trabajar con pasto, que son básicamente tres: el pastoreo libre, el racionado y el rotativo. Aunque esta clasificación no es totalmente exacta, el objetivo aquí es exponer los sistemas y que se comprendan, de ahí que dejemos fuera la teoría conceptual para centrarnos en la parte práctica.

Revista AFRIGA — El pastoreo moderno | Xan Pouliquen

1.1. Pastoreo libre

Esencialmente, el pastoreo libre consiste en tener una extensión muy grande de terreno, de una sola pieza, en la que se deja a los animales pastar a su libre albedrío. Existen dos métodos:

  • Pastoreo libre extensivo —Ver Fotografía 2—: Tenemos una o pocas parcelas, en las que los animales están permanentemente desde que entran a pasto a finales del invierno. La entrada a pasto se hace con altura alta, y los animales escogen ellos mismos dónde van a pastar. Sobra superficie, que está compuesta o termina siendo lo que llamamos pradera natural. Es el sistema típico de zonas complicadas —monte, montaña…—, con baja productividad, con rebaños de carne. El trabajo que requiere este sistema, y también el nivel de complejidad, son mínimos.
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    Fotografía 2: Pastoreo libre extensivo con vacas de carne
  • Pastoreo libre intensivo, también llamado pastoreo continuo —Ver Fotografía 3—: Los animales están constantemente en la misma parcela, o en las mismas dos o tres parcelas grandes. A diferencia del anterior sistema, se planea un uso más intensivo del terreno, por lo que la carga ganadera es mayor. En lugar de entrar en la parcela con alturas altas, lo hacemos con alturas bajas y debemos tener el pasto siempre a la misma altura, baja. Para ello apartamos por temporada alguna superficie, que será segada o a la que incorporamos animales de forma temporal —compras para cebo—. Al comienzo del período de pastoreo, la mitad de la superficie se siega para los meses sin pasto. A diferencia del sistema anterior, para maximizar la rentabilidad en este caso es necesario un funcionamiento técnico de alto nivel, porque toda la rentabilidad se juega sobre la regulación de la carga ganadera. Así pues, el uso del herbómetro es bastante ineludible. Por el manejo, este sistema castiga fuertemente a las leguminosas, por lo que suele ir ligado a aportes frecuentes de abono nitrogenado. Por las mismas razones, queda reservado a zonas con un clima atlántico muy marcado.
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    Fotografía 3: Pastoreo continuo con hierba baja
1.2. Pastoreo racionado

Es uno de los pastoreos más conocidos. Consiste fundamentalmente en trabajar con hilo de pastor, y existen dos variantes: con hilo delantero solo, o acompañado de un hilo trasero.

  • Con hilo delantero solo —Ver Fotografía 4—: Esta técnica de pastoreo consiste en abrir un trozo de pasto para el rebaño, con un avance habitualmente a diario. La superficie ofertada a los animales depende estrictamente de la estimación que hace el ganadero o ganadera sobre lo que necesitan los animales, según lo que comen en cuadra antes de salir al pasto y según la hierba disponible en el pasto. Este tipo de pastoreo es extremadamente negativo para el pasto si los animales pueden tener acceso a las partes pastadas con anterioridad, que es el caso habitual. Consistiría, por ejemplo, en tener a nuestra disposición una parcela de, digamos, dos hectáreas y media, en las que dejaríamos permanecer a nuestro rebaño diez días, con un avance del hilo cada día. Para evitar el efecto negativo del re-pastoreo, podemos usar la técnica del pastoreo racionado con hilo delantero y trasero.
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    Fotografía 4: Pastoreo con hilo delantero solo. Nótese la superficie abierta hoy y, en la parte derecha, el resto de la parcela que ya se pastó los días anteriores
  • Con hilo delantero y trasero —Ver Fotografía 5—: El objetivo es cerrar la zona de pasto que los animales comieron anteriormente, en un avance sobre tres días máximo. La Ilustración 1 describe cómo se deben mover los hilos, y habría que destacar varios detalles de este gráfico: 1) El cierre perimetral bien hecho para evitar escapadas a las fincas vecinas, 2) El punto de agua, a no ser que trabajemos con una cisterna que se mueva con los animales, y 3) El tamaño de las parcelas va variando, según lo que cree el ganadero/a que necesitan las vacas.
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    Fotografía 5: Pastoreo con hilo delantero y trasero. Nótese al fondo la parcela que se comió el día anterior y, al final de ella, el hilo trasero que la separa de la parcela comida dos días atrás

1.3. Pastoreo rotativo

El pastoreo rotativo consiste básicamente en ir cambiando las vacas de pasto, alternando parcelas de pastoreo de forma semejante al pastoreo racionado. La gran diferencia radica en que las parcelas son fijas y no se mueve el hilo de pastor. De este modo establecemos lo que llamamos el «circuito de pastoreo», que es el conjunto de parcelas que irán pastando las vacas de leche —Ver Ilustración 2—. Existen las siguientes variantes:

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Ilustración 2: Ejemplo de un circuito de pastoreo
  • Con robot: El manejo del pastoreo con robot está aún en pañales, aunque se notan muchas ganas de que se desarrolle. A día de hoy el sistema no está lo suficientemente optimizado a nivel técnico y, sobre todo, a nivel económico, por lo que no lo comentaremos aquí.
  • Rotación fija: El pastoreo rotativo con rotación fija es muy sencillo. La zona de pasto se divide en parcelas iguales, en las que vamos a pasar las vacas con regularidad: cada cierto tiempo —siempre el mismo—, las vacas vuelven a la misma parcela. Imaginemos que tenemos, por ejemplo, veinte hectáreas disponibles para pasto. Partimos la granja en treinta parcelas de, más o menos, 6.500-7.000 m2, y fijamos un itinerario, siempre el mismo, de tal modo que las vacas pasten cada día una parcela. Volverán a pastar cada parcela a los treinta días del pastoreo anterior, independientemente del crecimiento de la hierba o de la época del año. Lo habitual es dejar a los animales un día en la parcela, pero hay quien fija una rotación con dos o incluso tres días. La ración complementaria que se distribuye en cuadra es más o menos fija por épocas.
  • Semi-continuo —Ver Fotografía 6—: es un sistema intermedio entre el pastoreo libre extensivo y el rotativo. Los animales están en una parcela durante un tiempo largo, de siete a diez o más días, antes de cambiar de parcela. Esta práctica se realiza en granjas con cierta base territorial, dividida en de tres a siete parcelas de gran tamaño distantes entre sí.
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    Fotografía 6: Pastoreo semi-continuo (Parcela grande, carga baja, una semana en la parcela)
  • Racional —Ver Fotografía 7—: Promovido en la literatura científica por el histórico químico André Voisin en la Francia de los años 1960, el pastoreo racional se centra en realizar el mejor aprovechamiento de la hierba. A diferencia del pastoreo racionado, en el pastoreo racional no se establece un ritmo regular, sino que los animales entran y se quedan en las parcelas en función de la altura de hierba disponible. Así, aunque tengamos inicialmente prevista una secuencia en las parcelas a pastar, esta irá cambiando en función de la oferta de hierba en cada una. La eventual complementación en establo, con forrajes conservados y concentrados, se calcula en función del crecimiento de la hierba en el circuito. Las alturas de entrada y salida a pasto son las que definen el modelo productivo: alturas bajas de entrada y salida en el modelo irlandés y neozelandés, altura alta de entrada y baja de salida en los modelos de «pastoreo dinámico» o «pastoreo racional Voisin», o altura media-alta de entrada y media de salida en modelos franceses. Indirectamente, el tiempo que transcurre desde el uso de una parcela al siguiente, que llamamos «tiempo de reposo», incide sobre la altura de entrada. De un modo semejante, las alturas de salida pueden venir definidas por el tiempo que están los animales en una parcela, lo que llamamos el «tiempo de permanencia», que varía de un día —sistema dinámico, PRV— a un máximo de tres días en sistemas correctos, o a más en sistemas deficientes. Ambos indicadores son absolutamente claves para un manejo técnica y económicamente eficiente del pastoreo.
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    Fotografía 7: Pastoreo racional, con las parcelas destacadas
1.4. Combinaciones

Aunque he presentado los sistemas como estancos, lo cierto es que podemos perfectamente combinar varios métodos de pastoreo, bien según la época del año, bien según las parcelas, bien según lo que le sucede al pasto. De este modo, podremos efectuar una división en parcelas relativamente grandes y practicar rotación entre ellas, pero ir pastando en ellas con hilo delantero con o sin hilo trasero. Por ejemplo, un pastoreo pensado con una permanencia de tres días se podrá hacer en una parcela única en la que iremos avanzando un hilo cada día, dividiendo así la parcela en tres sub-parcelas con permanencia de un día si hay hilo trasero, o de tres, dos y un día si solo trabajamos con hilo delantero.

Podemos perfectamente combinar varios métodos de pastoreo, bien según la época del año, bien según las parcelas, bien según lo que le sucede al pasto. Es un método de trabajo muy flexible.

Es posible, por ejemplo, que el pasto empiece a pasarse en una parcela que, por alguna razón, no podemos segar, por lo que vamos a querer pastarla. El método de pasto racionado puede resultar muy apropiado para aprovechar este pasto que se pierde. Podemos tener una parcela muy grande que permite pastoreo continuo, que alternaríamos puntualmente con pastoreo rotativo de parcelas más pequeñas y separadas. También podemos decidir realizar un pastoreo semi-continuo en verano, y rotacional en primavera, en las mismas parcelas. El pastoreo es, definitivamente, un método de trabajo muy flexible.

1.5. Comparación técnico-económica

En la Tabla 1 comparo los sistemas de pastoreo desde varias perspectivas técnico-económicas, basándome en datos subjetivos procedentes del trabajo realizado en los últimos años con granjas en pastoreo. Evidentemente, no sería conveniente tomar esta tabla al pie de la letra, dado que los resultados dependen en gran medida de las condiciones de las granjas, entre ellas los medios de producción y las competencias de la familia o equipo que la gestiona. Dicho de otro modo, encontraremos granjas con uno u otros sistemas funcionando bien y sacando buenos rendimientos económicos, y también granjas con uno u otros sistemas funcionando mal y sacando rendimientos económicos bajos. Aún así, la tabla nos permite fijar un poco las ideas.

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2. Las condiciones para pastar

2.1. Base territorial

La superficie forrajera disponible constituye, evidentemente, el primer factor a considerar para estudiar las posibilidades de implantación de un sistema con pastoreo.

Por un lado, se trata de la localización de las tierras. Lamentablemente, la presión urbana está empezando a generar problemas serios de convivencia, llegando a dificultar sumamente la práctica del pastoreo debido a los excrementos que dejan los animales en las carreteras. Parece un chiste, pero es un tema a evaluar antes de planear un cambio. Otra cuestión a estudiar son los accesos a las parcelas, pues transitar por o cruzar carreteras puede dificultar la disponibilidad de tierras para su uso en pasto. En esto influye también la mano de obra, ya que el acceso a ciertas parcelas puede requerir obligatoriamente de un mínimo de dos personas, mientras para otras podemos arreglarnos con una persona o incluso sin nadie. Influirá evidentemente la dispersión de las parcelas, aunque menos de lo que se piensa habitualmente —Ver Ilustración 3—. Obviamente no pastaremos parcelas que estén muy lejos, aunque el criterio «muy lejos» admita, según el sistema de pastoreo, distancias de hasta 1,2-1,5 kilómetros e incluso algo más.

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Ilustración 3: En esta granja podemos hacer pastoreo rentable al usar una sala de ordeño móvil

Por otro lado, el tamaño de las parcelas será también muy importante. No necesitamos tener parcelas de varias hectáreas juntas, como se suele pensar —Ver Ilustración 4—. Según el tamaño del rebaño, es perfectamente posible diseñar un sistema de pastoreo rentable con parcelas de 5.000 m2. Evidentemente, tamaños menores ya empiezan a ser francamente problemáticos.

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Ilustración 4: Muchas parcelas con 5.000-7.000 m2: el pastoreo no es fácil, pero se hace

Finalmente, la propia base territorial de la granja es un factor clave. Si hiciésemos caso a los rumores, con menos de cincuenta hectáreas todas juntas no sería posible pastar, lo cual es otra idea equivocada. Todo depende de cómo tenemos la cuadra, de cuál es nuestra situación actual y de qué pretendemos hacer con nuestra vida. Es perfectamente posible pastar con veinte hectáreas de terreno. Ahora bien, lógicamente, por muy bien que hagamos las cosas no sacaremos el mismo sueldo que con una granja de 5.000 vacas, está claro —¿O no? Pero esto es otra historia…—. Sin embargo, lo que a lo mejor sí nos va a permitir es mantener una granja que, de otro modo, estaría condenada a hacer inversiones muy altas o a desaparecer. Se puede señalar también que no tenemos por qué estar pastando todo el día y la noche ni todo el año: el pasto puede ser considerado como un complemento en, por ejemplo, ciertos contratos de leche a pasto, donde no se requieren más de cinco horas de pasto durante algunos meses al año. En estas condiciones, las necesidades de superficie pueden no ser muy altas.

Habitualmente la gente me comenta que «Claro, como tengo muchas vacas, la carga ganadera es muy alta, no se puede pastorear», a lo que suelo contestar que «Vaya, vaya, las vacas que tienes las decides tú». Igual que en los últimos diez años fuimos incrementando rebaño, podemos reducirlo y sin perder dinero —hay datos y experiencias gallegas que lo demuestran, si, ¡si!—. Así que el número de animales es en gran parte una excusa, no un freno real.

2.2. Infraestructuras y situación financiera

Los sistemas de pastoreo son menos exigentes en edificaciones que los sistemas con vacas confinadas, cae de cajón. Lo que no quita que las granjas con buenas cuadras tengan ventajas, ya que pueden proteger mejor los pastos en verano y en invierno metiendo a los animales dentro en buenas condiciones.

En realidad, hay que ver el interés del pastoreo con la perspectiva inversa. Existen en el país muchas granjas con edificios viejos que, en el futuro que se aguarda, tendrán que tomar una decisión: o aplicar a estos edificios una renovación importante, muy importante, y cara, muy cara, o cerrar. Cambiar el sistema a pastoreo puede ser una tercera alternativa, que no requiere de inversión, o solo de una inversión pequeña.

¿Y qué hay de los establos recientes que hay que seguir pagando? Efectivamente, una granja puede tener un nivel de endeudamiento alto que obliga a producir mucha leche para amortizar, lo que impide pasar a pastoreo. He ahí un razonamiento típicamente equivocado: las letras del banco no se pagan con el cheque de la leche, sino que se pagan con los beneficios que sacamos cada mes, que es la diferencia entre lo que ingresamos por la leche y lo que pagamos por los gastos. Si somos capaces de sacar más beneficios con leche a pastoreo, entonces podemos hacer menos litros, hay margen. El nivel de préstamos e instalaciones que tenemos no debe ser el argumento para no pasar a pastoreo: hay que tenerlo en cuenta y estudiarlo, por supuesto, pero no debe ser lo que nos detenga porque sí.

2.3. La maldita cabeza…

Parece que esto es lo más importante… Uno de los mayores frenos al paso a pastoreo —y ya no digamos a producción ecológica— está dentro de nuestra cabeza. Si estás mirando las posibilidades de pasar a pastoreo, debes tener en cuenta cuatro aspectos relacionados contigo mismo:

  • Aguantar a vecinos, vecinas y el runrún: Hablar de pastoreo es menos tabú que hace unos años, está claro, lo que no quita que sea una práctica que en el sector aún no goza de buena prensa en general. Mientras esto no cambie —que cambiará—, si piensas pasarte a pastoreo tienes que tener en cuenta que, durante una época, puedes ser objeto de críticas de vecinos y asesores: «¡Las vacas van a morir!», «¡Con hierba, no vas a tener reproducción!», «¡Mira que hacerle esto a tus padres, con todo lo que invirtieron aquí!», «¡En dos años, cierras!» —son afirmaciones reales que escucharon ganaderos y ganaderas cuando sacaron las vacas para fuera—. Trabajar en grupo, con otras personas que ya pasaron por ahí, puede ayudarte. Por otro lado, es curioso ver que los ejemplos que se citan en los debates son frecuentemente los de los fracasos, o de granjas que no trabajan bien: es una forma de argumentar que el pastoreo no vale. Pero es que, con animales confinados, también pasa lo mismo: hay quien es eficiente y hay quien no trata bien a los animales. Así que no solo hay que ver granjas a las que no les va el pastoreo, también hay que ver experiencias exitosas.
  • Obsesión por reducir costes: Funcionar bien y sacar altos beneficios económicos en pastoreo implica que el ganadero o ganadera se centre en bajar costes de producción, bajar, bajar y bajar costes. Los litros por vaca, la producción total vendida, los índices genéticos: todo esto tiene su importancia solo por su relación con los costes de producción. Si ya de por sí miras cuáles son tus costes, si nunca estás satisfecho porque piensas que podrías gastar menos, entonces el pastoreo podría ser para ti. De este modo aceptarás las necesarias variaciones de leche en el tanque y, a lo mejor, aceptarás tener vacas de menos litros.
  • Vacas fuera: Es una lata pero, si vas a pastoreo, las vacas tienen que salir fuera. Y hay que ir a por ellas haga frío, haga calor o llueva. Para algunos esto es muy desagradable. Para otros, al contrario, es muy bonito ese trabajo de patear campo mirando pasto y vacas, a la vez que bajando colesterol por el paseo. En varias de las granjas que acompañé para pasar a pastoreo, fue muy gratificante ver cómo personas de la familia que estaban en contra cambiaban su opinión, y quedaron contentas al ver a los animales fuera pastando, con aspecto de ser más felices que encerrados en una cuadra. También eso hay que valorarlo a la hora de tomar la decisión de seguir como estamos o de dar el paso a pastoreo. Tu satisfacción personal importa en tu trabajo día a día.
  • El trabajo cambia: Podría haber puesto como título «menos trabajo», pero no quiero ser demagógico, aunque nuestros datos sugieren que el pastoreo necesita menos horas de trabajo, y de un trabajo menos estresante y penoso. Lo cierto es que el trabajo no es el mismo, exactamente igual que si planeas meter robots de ordeño: no se eliminan horas de trabajo, sino que el trabajo cambia. En pastoreo tendrás que andar más, mirar hierba, ser algo más «agricultor» y menos «ganadero». Menos distribución en pesebre, menos limpiar cuadra, menos atender a las visitas veterinarias, menos inseminar, menos recriar. Tendrás que formarte de nuevo, e incluso «desaprender» cosas que llevas toda la vida dando por ciertas. Deberás asumir decisiones que tal vez dejabas en manos de otras personas, por ejemplo relativas a la alimentación. Tendrás que tomar nuevas decisiones: ¿a qué pasto voy a ir dentro de veinte días? Las preocupaciones también cambian. Menos ensilar y menos maíz significa menos estrés para ver cómo sale la campaña. Menos litros por vaca quiere decir que darás menos importancia a los índices genéticos, y pensarás en otras razas. Es posible que tengas que cambiar de asesores: quien sabe de sistemas intensivos posiblemente no sea el más indicado para dar consejos en pastoreo.

Por todo esto, el paso a pastoreo no es solo un cambio de técnica, sino que es algo más. Es volver en parte a raíces más apegadas al terreno y a las vacas, volver a ver a los animales como seres vivos y no como máquinas de producir leche.

Funcionar bien y sacar altos beneficios económicos en pastoreo implica que el ganadero o ganadera se centre en bajar costes de producción, bajar, bajar y bajar costes.

3. Los errores más frecuentes

Para no entrar en demasiados detalles técnicos, he clasificado los errores más habituales en tres grupos:

3.1. No taparse los oídos

Es cierto que un cambio de este calibre son palabras mayores: asusta, ¿cómo no? Por otro lado, al fin y al cabo son vacas, así que nos parece que lo que hacíamos con vacas siempre dentro también vale con vacas que pastan. Así, como el resto del sector nos dice que sin silo las vacas mueren, seguimos dando cantidades muy excesivas y mal distribuidas de ensilado. Como teníamos vacas de alta producción, seguimos con ellas y seguimos dándoles pienso en abundancia, no vaya a ser que no sobrevivan. Seguimos escuchando a los vecinos y vecinas, cuando realmente estamos haciendo producciones distintas. Es como si nos dedicáramos a producir leche de cabra y siguiésemos los consejos de personas que se dedican a la leche de vaca. Tal cual. Uno de los errores más frecuentes, en definitiva, es no taparse los oídos y hacer caso a quien no sabe de pastoreo pero no se corta en decirnos cómo tenemos que hacerlo o, lo más habitual, nos toma directamente por locos de remate. Eso sí, con unas ganas de que fracasemos que no veas.

3.2. No prepararse

Este sí que es un fallo, seguramente el más grande. Cuando se va a hacer una nueva nave aún se piensa algo. Si se va a cambiar a la producción para cabras de leche, uno va procurando conseguir información y prepararse. Sin embargo, pasar a pastoreo parece que es coser y cantar: solo hace falta echar las vacas fuera. Desgraciadamente no es así. La reconversión a pastoreo, y ya no digamos el paso a ecológico, requiere una planificación, una organización y una formación previas, sin las cuales los primeros años serán, cuanto menos, regulares, y los siguientes seguramente muy por debajo del potencial económico de la granja. He aquí algunos temas a considerar:

  • Escoger las parcelas de pastoreo
  • Definir el modelo de pastoreo
  • Elaborar el circuito y el plano de pastoreo
  • Planificar la rotación de pasto
  • Planificar el uso de la superficie: maíz, silo, pasto
  • Hacer los cierres
  • Planificar la alimentación en agua
  • Revisar los horarios
  • Evaluar la productividad de las praderas
  • Revisar la composición de las praderas
  • Revisar los acuerdos con la empresa del carro mezclador
  • Negociar con la industria
  • Planificar la nueva estrategia de reproducción
  • Pensar en la gestión de los partos
  • Definir el modelo de manejo de la recría
  • Planificar el manejo en verano e invierno
  • Paro aquí la lista para no asustar…

Como quien más quien menos ha convivido con algo de pastoreo en algún momento de su vida —los abuelos, los padres, pasto con novillas y secas—, parece que ya sabemos de qué va. En parte es cierto, pero solo en parte: el pastoreo rentable de hoy, con un rebaño de sesenta o doscientas vacas —Ver Fotografía 8—, es muy distinto que llevar las vacas a cuerda. Tener vacas siempre en cuadra con 8.000 litros de media es fácil, pero tener un rebaño de cuarenta y dos litros de media es otro cantar. De la misma manera, llevar las vacas a pasto es fácil, pero pastar con la máxima rentabilidad es otro cantar. La falta de planificación viene, en realidad, de la falta de formación, porque no somos conscientes de los cambios que debemos poner en marcha. Por eso insisto en la necesidad de buscar autoformarnos antes de iniciar nada.

Revista AFRIGA — El pastoreo moderno | Xan Pouliquen
Fotografía 8: Se puede también pastar con rebaños de más de cien animales, ¿por qué no?
3.3. No ser coherente

Este fallo es en parte consecuencia de los anteriores. La falta de formación, junto con la inercia de los reflejos de trabajo de los sistemas confinados, nos lleva a implantar sistemas productivos que no desenvuelven el pleno potencial técnico-económico del pastoreo. Llenamos nuestro sistema de incoherencias. Dentro de ellas, la más llamativa es seguir centrando nuestra atención en el silo, y es totalmente lógico dado que llevamos cincuenta años centrados en él. Asustados por la falta de comida del verano y del invierno, pensamos «silo», «silo», «silo». Este es un grave error: si trabajamos en pastoreo, lo importante es la hierba a pasto. Cuando hay hierba, la vaca debe comer hierba. Es totalmente incoherente meter las vacas dentro porque no tienen pasto debido a que se reservó para ensilar: un sinsentido. Este es, sin duda, el punto que me lleva más horas de debate y formación con las personas que se inician en el pastoreo.

Pero hay más incoherencias: pensar en trabajar con frisonas de alta producción sin un mínimo de concentrado y pastoreo en alturas de hierba alta, pastar raigrás híbrido, recriar todo, reducir alimentos conservados y piensos en los períodos sin pasto, dar silo todo el año, querer 9.000 litros por vaca en pastoreo libre, dar la misma ración diaria, y un largo etcétera.

Lo que explica en gran parte los resultados técnico-económicos es la coherencia del sistema escogido. No es concebible tener una media de producción de 12.000 litros con vacas rubias, ¿verdad? Pues, del mismo modo, hay prácticas técnicas que no se pueden concebir con determinados sistemas de pastoreo. En definitiva, ¡o arre o sooo! Una vez que se ha optado por un sistema de pastoreo, no vale hacer las cosas a medias. Escoger un sistema productivo implica asumir que todo el sistema se debe dirigir en la misma dirección para obtener la mayor eficiencia económica.

4. Conclusiones

El pastoreo es una técnica más a disposición de las granjas de leche, al igual que el robot de ordeño o el carro mezclador. La palabra «pastoreo» agrupa varias formas de trabajar. En realidad existen varios «pastoreos», desde el sistema libre extensivo hasta el sistema rotativo racional. Para cada uno de ellos es preciso reunir una serie de condiciones que permitan ponerlos en marcha. Son condiciones de estructura de la granja, como la superficie y su distribución, y también condiciones personales de cada granja, como las aspiraciones y competencias del ganadero o de la ganadera. Como es normal, son frecuentes los errores cuando se inicia una transformación a pastoreo. Se trata de errores globales ligados a una cierta inercia del entorno y de la formación técnica del sector.

El pastoreo debe ser estudiado como alternativa en este momento, como manera de permitir la continuidad de una granja sin necesidad de inversiones descabelladas.

Presentar esta información aquí es para mí una forma de fomentar el debate sobre el pastoreo. En el contexto actual, estamos asistiendo a la ya prevista concentración de la producción, donde cada vez menos granjas concentran la producción en estructuras cada vez más grandes, para mayor felicidad de los bancos y fabricantes de concentrados. Para aquellos a los que no les apetezca este camino, o para quienes ya directamente no puedan, el pastoreo debe ser estudiado como alternativa en este momento, como manera de permitir la continuidad de una granja sin necesidad de inversiones descabelladas. Obviamente, no todas las granjas tendrán condiciones para eso, pero para algunas el pastoreo puede ser la única alternativa viable.

Y para más viabilidad aún, otro día hablaremos de los resultados económicos de la producción de leche ecológica…


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LEE LA REVISTA AFRIGA #137

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