- Las incertidumbre en el campo gallego hace que los ganaderos retrasen las solicitudes de ayudas de la PAC en espera de reformas
Mientras la maquinaria burocrática en Bruselas avanza a toda prisa para modificar la última reforma de la Política Agraria Común (PAC) y responder así a las demandas de los agricultores, en las granjas gallegas la vida sigue su curso.
En A Roubada SC, en el municipio coruñés de Trazo, la llegada de nuevas crías, como la ternera nacida un Jueves Santo, es un recordatorio constante del futuro que representa el campo. Sin embargo, para muchos ganaderos, como José Manuel y su familia, la incertidumbre sobre los cambios propuestos por la UE se suma a la larga lista de desafíos que enfrentan en un sector en constante adaptación.
José Manuel, ganadero de tercera generación, ve con escepticismo las medidas propuestas desde Bruselas, mientras continúa la espera de decisiones que puedan garantizar la estabilidad y viabilidad del sector. El aplazamiento de la obligatoriedad del cuaderno digital y otras flexibilizaciones en las exigencias medioambientales son bienvenidas, pero se perciben como insuficientes ante la complejidad y diversidad de las explotaciones gallegas. Aunque la confianza en el respaldo del Parlamento Europeo a estas reformas es alta, muchos productores dudan de que puedan aplicarse efectivamente este año.El debate sobre las repercusiones reales de estas reformas es intenso.
Mientras tanto, en el campo gallego, la incertidumbre y la necesidad de una mayor estabilidad económica persisten. Los cambios propuestos en aspectos como la rotación de cultivos o los ecorregímenes son bienvenidos, pero se consideran insuficientes para abordar los desafíos específicos que enfrentan los ganaderos y agricultores de la región.
El Ministerio de Agricultura también está en el punto de mira, ya que se espera que tome medidas concretas para abordar problemas como la aplicación de purines o la regulación del veterinario de explotación.
Mientras tanto, los productores gallegos, como Eladio en Becerreá, siguen lidiando con la inestabilidad del mercado y la falta de regulación efectiva en la cadena alimentaria.En este contexto, las declaraciones de la presidenta de la Comisión Europea sobre la necesidad de proteger a los agricultores de la venta por debajo de los costes de producción se reciben con escepticismo.
Los ganaderos y agricultores gallegos han experimentado en carne propia la falta de medidas efectivas que respalden estas declaraciones. La necesidad de un mediador en las negociaciones entre los productores y la industria se hace cada vez más evidente como una posible solución a los problemas recurrentes del sector.
En resumen, mientras se esperan cambios desde Bruselas y Madrid, el campo gallego sigue enfrentando desafíos complejos que requieren soluciones concretas y efectivas para garantizar su futuro y viabilidad económica.
