- La Costa da Morte enfrenta serios retrasos en la cosecha de maíz y patata debido al mal tiempo, pero algunos productores siguen optimistas al concluir el ensilado y grano húmedo.
La Costa da Morte continúa lidiando con los efectos de un otoño excepcionalmente lluvioso que ha dejado importantes secuelas en las cosechas de maíz y patata. En los últimos días de octubre, aún quedaban muchos campos sin recoger, especialmente en municipios como Laracha, Carballo y Coristanco, donde la cosecha del maíz forrajero y de las patatas se ha visto retrasada por el exceso de agua que ha empapado los terrenos. La situación es inédita para muchos agricultores, quienes no recuerdan un año con estas dificultades a tan avanzada fecha.
José Ramón Marta, un agricultor de la localidad de Laracha, aún tiene más de cien hectáreas de maíz forrajero por recoger. Su empresa de servicios agrarios, que también se dedica a la recolección, sigue lidiando con una finca embarrada en Cambre, uno de los puntos más afectados por las lluvias. Como él, muchos otros productores han tenido que adaptarse a las circunstancias. En particular, José Ramón Trigo, de Carballo, se enfrenta a un calendario agrícola completamente alterado, pues la próxima semana comenzará la cosecha de maíz en Coristanco, a pesar de que, en circunstancias normales, ya deberían haber completado el ensilado. La recolección del maíz, vital para la alimentación del ganado, está siendo un verdadero reto este año debido a la humedad persistente en el suelo, lo que compromete la calidad del forraje.
El ensilado es la tarea más importante para las explotaciones ganaderas de la comarca, ya que de ello depende el autoabastecimiento de alimento para los animales durante los meses de invierno, especialmente en aquellos casos donde la alimentación del ganado es la mayor parte del presupuesto anual. A pesar de las dificultades, algunos ganaderos ya han completado este proceso, aunque con ciertas pérdidas. Por ejemplo, José Manuel Gil, de Cores, ha terminado el ensilado de 80 hectáreas de maíz, pero ha tenido que dejar cinco hectáreas sin cosechar debido a los efectos de la borrasca Kirk, que tumbó buena parte de la planta. Aunque su cosecha se redujo en cantidad, se da por satisfecho con los resultados obtenidos. “Lo más importante está hecho”, aseguró, y ahora su foco está en la siembra de praderas, que se está llevando a cabo más tarde de lo habitual.
La situación también afecta a los productores de patata en la comarca de Coristanco, que aún tienen una gran parte de la cosecha pendiente de recoger. Juan Ramón Sanjurjo, uno de los mayores productores de la zona, indicó que aún le quedan aproximadamente dos toneladas de patatas por recolectar. La tierra de la parcela donde se encuentran está tan empapada que la cosecha se ha visto considerablemente reducida. De una estimación de 70.000 kilos, apenas ha podido recolectar la mitad. La escasa producción se debe a que las lluvias de mayo retrasaron la siembra y, desde septiembre, las precipitaciones han sido constantes, lo que ha dificultado aún más las labores de cosecha.
Manuel Quintela, productor de patatas con Indicación Xeográfica Protexida, ha tenido suerte de contar con menos hectáreas plantadas este año, por lo que las pérdidas no han sido tan drásticas como en otros casos. Aunque aún le queda un tercio de la cosecha por recoger, está tranquilo y espera poder finalizar la recolección la próxima semana, siempre que el clima se mantenga seco como hasta ahora.
Uno de los aspectos más destacados de la campaña de este año es la compleja situación comercial para los productores de patata, especialmente aquellos que vendieron parte de su cosecha a grandes empresas como Patatas Prado o Bonilla a la Vista. La mala cosecha de este año ha hecho que muchos agricultores no puedan cumplir con los acuerdos previos establecidos, lo que ha incrementado los precios a los intermediarios, que ahora rondan los 1,30 euros por kilo, mucho más altos de lo esperado. Sin embargo, el precio al público final se mantiene en torno a los 1,80 euros por kilo, lo que ha permitido que algunos productores se recuperen parcialmente de las pérdidas, aunque las ganancias siguen siendo limitadas debido al bajo rendimiento de la cosecha.
La situación también ha tenido un impacto en las empresas de servicios agrarios, que siguen trabajando en el ensilado de las fincas, una labor que en muchos casos se ha retrasado más de un mes. Las dificultades han llevado a los ganaderos a improvisar soluciones para asegurar la alimentación de sus animales, entre ellas la recolección de grano húmedo, un proceso que, aunque complicado, se está llevando a cabo con buenos resultados. Este año, debido a las lluvias, los agricultores han tenido que recurrir a la recolección de grano húmedo, que se utiliza como concentrado de alta calidad para el ganado. Este grano, una vez recogido, se muele y se envasa al vacío en forma de salchichas gigantes, lo que facilita su conservación y mejora su rendimiento nutricional.
El grano húmedo se caracteriza por su alto contenido energético y su porcentaje de materia seca, que varía entre el 60% y el 70%. Según los expertos, este producto es ideal para reducir los costos de alimentación en las ganaderías, ya que permite ahorrar hasta 60 céntimos por vaca y día, lo que se traduce en un ahorro anual de entre 21.500 y 23.000 euros para una explotación media de 100 vacas. Este ahorro es particularmente significativo en un contexto de aumento de los precios de los piensos y forrajes importados, que suelen ser de menor calidad.
En conclusión, aunque la Costa da Morte enfrenta un año de cosechas difíciles debido a las condiciones climáticas extremas, los agricultores y ganaderos de la región continúan con sus labores con esperanza. A pesar de los retrasos y las pérdidas, muchos se aferran a las oportunidades que les brinda la cosecha de grano húmedo y el ensilado para poder seguir adelante con sus explotaciones durante el invierno. Las próximas semanas serán cruciales para completar estas tareas vitales antes de que el invierno se instale con todo su rigor.
