- La planta de Altri en Palas de Rei levanta sospechas por su impacto en agua, empleo y ayudas, mientras el rural gallego sigue sin respuestas claras.
Contradicciones que siembran incertidumbre en el rural
El proyecto de Altri en Palas de Rei no deja de generar titulares, pero tampoco cesan las dudas sobre su viabilidad real, su impacto ambiental y la coherencia de sus promesas. Desde sus inicios, esta planta de fibras textiles se ha movido entre cifras cambiantes, contradicciones y un discurso que ha evolucionado más al ritmo de las presiones sociales y políticas que de la transparencia.
Ahora, la noticia de que el Gobierno ha dejado fuera a Altri del Perte de descarbonización añade una nueva capa de incertidumbre. La empresa asegura que seguirá adelante, aunque en el pasado condicionó su instalación a la obtención de ayudas públicas. ¿Estamos ante un proyecto sólido o frente a una operación sin rumbo claro?
(Fuente: Público)
Empleo, agua y vertidos: promesas que no cuadran
Uno de los principales argumentos esgrimidos por Altri fue la creación de empleo: prometieron miles de puestos directos e indirectos, aunque nunca se concretó el impacto real en la comarca. A medida que las protestas crecían, las cifras de puestos de trabajo se fueron matizando, dejando un sabor amargo en la población rural, acostumbrada a promesas que rara vez se cumplen.
En cuanto al agua, la compañía también ha ofrecido versiones que generan desconfianza. Primero, aseguraron que el consumo sería sostenible, pero informes técnicos revelaron que la planta necesitaría enormes cantidades de agua del río Ulla, generando preocupación por su disponibilidad para otras actividades rurales y por la salud del ecosistema.
Además, el tema de los vertidos no ha sido aclarado del todo. ¿Qué temperatura tendrá el agua que retornen al río? ¿Qué sustancias químicas se liberarán? Las respuestas de Altri, lejos de tranquilizar, han alimentado la sensación de que la verdad completa sigue sin llegar.
Ayudas públicas: el discurso que cambia según conviene
Altri solicitó 30 millones al Perte de descarbonización, además de esperar otros 250 millones en ayudas directas. Hace meses, la empresa dejó claro que sin ese respaldo económico no seguiría adelante. Hoy, tras quedar fuera del Perte, aseguran que su hoja de ruta no cambia.
Este cambio de discurso genera más dudas que certezas. ¿De verdad puede sostener una inversión de más de mil millones sin el apoyo público prometido? ¿O se trata de ganar tiempo y presión para conseguir nuevas vías de financiación?
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Ulloa Viva: la batalla social se refuerza
La Plataforma Ulloa Viva, uno de los colectivos más activos en la oposición al proyecto, ha celebrado la exclusión de Altri del Perte, pero advierte que esta es solo una victoria parcial. “De confirmarse la denegación, es una muy buena noticia”, señalan, “pero la mayor parte de la financiación pretendida por Altri será por otras vías”.
La plataforma insiste en que el proyecto sigue dependiendo de dos autorizaciones clave de la Xunta: la AAl (Autorización Ambiental Integrada) y el PEI (Proyecto de Interés Autonómico), lo que hace imprescindible mantener la movilización. “La batalla continúa”, afirman, alertando de que Altri ya ha solicitado otras líneas de financiación.
Además, subrayan la importancia de conocer los motivos exactos de la denegación del Perte, ya que si se ha incumplido el principio DNSH (no causar daño significativo al medio ambiente), esto podría afectar a futuras ayudas públicas. Para Ulloa Viva, ese sería un argumento fundamental para seguir bloqueando el proyecto.
La plataforma también informa que la campaña de financiación colectiva en Goteo para cubrir gastos legales ya ha superado los 25.000 euros. Anuncian nuevas movilizaciones:
•4 de mayo: Bajada en defensa del Ulla.
•8 de mayo: Concentración frente al Congreso en Madrid.
•1 de junio: Gran Marcha contra las celulosas.
La Xunta, firme defensora del proyecto pese al rechazo social
Mientras el proyecto de Altri acumula críticas y la sociedad rural expresa su rechazo en manifestaciones multitudinarias, la Xunta de Galicia se mantiene firme en su apoyo. La autorización ambiental concedida recientemente se dio pese a las dudas sobre el impacto en el río Ulla, el consumo de agua y los posibles vertidos. Desde el gobierno autonómico, la planta se presenta como una gran oportunidad para el desarrollo industrial de Galicia, aunque cada vez más voces se preguntan: ¿a qué coste?
El empeño de la Xunta en sacar adelante este proyecto, aun con la retirada del apoyo del Gobierno central y con una creciente oposición vecinal, ha llevado a muchos a preguntarse si hay algo más que interés económico. ¿Por qué tanto interés en defender un modelo industrial que no convence a quienes viven y trabajan la tierra? La falta de transparencia en las negociaciones y la negativa a escuchar a los afectados alimentan la sospecha de que hay intereses ocultos que no se quieren explicar.
Las preguntas sin respuestas claras generan dudas
¿Es Altri una oportunidad o una amenaza? ¿Qué se esconde tras esas “verdades a medias”? ¿Por qué la Xunta impulsa un proyecto que divide y genera más dudas que certezas? Lo que está claro es que mientras las contradicciones crecen y el apoyo institucional no se explica, el rural gallego sigue enfrentándose a un modelo que no entiende ni comparte.
La planta de Palas de Rei se ha convertido en un símbolo de cómo los intereses empresariales y políticos pueden chocar con la realidad de la gente del campo. Un rural que no solo exige claridad, sino también respeto, porque su futuro no puede decidirse en despachos alejados de la tierra.
