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lunes, julio 7, 2025

Muere solo tras engancharse al cigüeñal del tractor

  • Un agricultor fallece desangrado en Getafe al quedar atrapado por el cigüeñal de su tractor mientras trabajaba solo en el campo. La asistencia llegó tarde.

Tragedia en solitario: el precio del campo cuando nadie mira

El campo vuelve a vestirse de luto. Un agricultor madrileño ha perdido la vida en Perales del Río, Getafe, tras quedar enganchado por el cigüeñal del tractor mientras trabajaba solo en su finca. La amputación de una pierna y la imposibilidad de recibir auxilio inmediato terminaron con su vida en cuestión de minutos.

Más allá del dolor humano y familiar, el accidente reabre el debate sobre los riesgos invisibles de la actividad agraria, especialmente cuando se realiza en solitario y con maquinaria sin los mecanismos de seguridad adecuados.

Un descuido letal en una máquina cotidiana

El suceso se produjo cuando el agricultor realizaba labores con el motor del tractor en marcha, concretamente cerca del cigüeñal, una pieza giratoria de alto par motor a la que muchas veces se conectan aperos externos o sistemas de trilla. Aunque no se han especificado las circunstancias exactas, todo apunta a que la ropa o alguna parte del cuerpo fue absorbida por la fuerza del mecanismo, provocando la amputación.

Al no haber testigos ni compañeros de faena, nadie pudo alertar a tiempo o contener la hemorragia. El equipo del SUMMA 112 solo pudo certificar el fallecimiento a su llegada. También acudió un psicólogo para atender a los familiares de la víctima.

¿Un problema geográfico o estructural?

En Galicia, accidentes similares con tractores o aperos se repiten con cierta frecuencia, y suele atribuirse a la geografía abrupta, el minifundio y la dispersión de las parcelas, que obligan a trabajar solo y sin cobertura de móviles en muchas zonas. Sin embargo, este caso, ocurrido en la Comunidad de Madrid y en una zona relativamente urbana como Getafe, demuestra que el riesgo está en el modelo de trabajo, no solo en la orografía.

La soledad estructural del agricultor, los hábitos heredados y la falta de inversión en seguridad activa y pasiva en la maquinaria son factores comunes en todo el Estado. La muerte en Getafe, en un entorno llano y tecnificado, lo confirma con dureza.

Una realidad silenciada: trabajar solo, sin red

Trabajar solo en el campo sigue siendo la norma, no la excepción. Según datos de la Fundación MAPFRE, más del 70 % de los agricultores autónomos realizan tareas sin compañía o ayuda. En accidentes con maquinaria agrícola, los minutos marcan la diferencia entre la vida y la muerte, y en muchos casos ni siquiera se dispone de sistemas de llamada automática o localización.

Las organizaciones agrarias llevan años reclamando programas específicos para prevenir este tipo de situaciones: desde sensores de movimiento hasta kits de primeros auxilios y protocolos de chequeo diario. Pero las ayudas suelen centrarse en grandes inversiones o subvenciones por hectárea, dejando fuera este tipo de soluciones prácticas que podrían salvar vidas.

¿Quién protege al que trabaja el campo?

El trágico suceso de Getafe recuerda que, más allá del esfuerzo y la vocación, el campo necesita también protección real. Los agricultores no solo sostienen el sistema alimentario: lo hacen en condiciones de riesgo continuo y muchas veces en el más absoluto aislamiento.

Sin medidas de prevención, sin formación actualizada en seguridad, y sin una red de apoyo inmediata, seguirán produciéndose muertes que no deberían ocurrir. Ni en Galicia ni en Madrid. Ni en fincas abruptas ni en planicies bien comunicadas.

Morir trabajando no puede ser normal

Este no es un accidente aislado. Es un síntoma. Y mientras no se reconozca que la soledad en el campo también es una forma de vulnerabilidad, no se reducirá el número de víctimas. La mecanización debe ir de la mano de la seguridad, y la dignidad del trabajo agrario empieza por no dejar a nadie morir desangrado en silencio.

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