Para acabar con el hambre tenemos que invertir más en el desarrollo rural y mejorar las estrategias de movilización de fondos

Tenemos que ser más eficaces a la hora de orientar la financiación de que disponemos hacia donde más se necesita, en particular a las zonas rurales de los países de ingreso bajo, donde el hambre es más frecuente

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“Nuestra mejor oportunidad de cumplir nuestro compromiso de acabar con el hambre para 2030 reside en aumentar las inversiones e innovar a la hora de movilizar fondos” declaró hoy Álvaro Lario, Presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), ante varios Estados Miembros de las Naciones Unidas en un acto especial centrado en la financiación para acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas, en el marco del foro político de alto nivel sobre el desarrollo sostenible (FPAN) que se celebra todos los años en Nueva York.

En una breve declaración en video, Álvaro Lario recordó que el déficit de financiación para acabar con el hambre es inmenso e instó a que se destinaran más fondos a la transformación de los sistemas alimentarios y al desarrollo de las zonas rurales. Según las estimaciones, cada dólar que se invierte en el presente en iniciativas para fomentar la resiliencia redunda en un ahorro en ayuda de emergencia de hasta 10 dólares de los Estados Unidos en el futuro.

Álvaro Lario destacó la necesidad de aplicar un enfoque más inteligente con respecto a la financiación. “Tenemos que ser más eficaces a la hora de orientar la financiación de que disponemos hacia donde más se necesita, en particular a las zonas rurales de los países de ingreso bajo, donde el hambre es más frecuente”, afirmó. “Es allí donde deberían producirse suficientes alimentos y donde las inversiones pueden resultar más beneficiosas”

Las pequeñas explotaciones de menos de 5 hectáreas producen casi la mitad de los alimentos que se consumen en el mundo, y representan menos de una quinta parte de la tierra cultivable. Sin embargo, las poblaciones rurales de los países en desarrollo se encuentran entre las más pobres y con los mayores niveles de hambre del mundo. Los pequeños agricultores reciben menos del 1 % de la financiación mundial para el clima. En los últimos 20 años, la ayuda oficial para el desarrollo destinada a la agricultura se ha estancado y se sitúa en apenas un 5-6 % respecto del volumen total de este tipo de financiación, que en los últimos años ha rondado los 10 000 millones de dólares y no ha bastado para cubrir las necesidades. Al mismo tiempo, se estima que la inversión en agricultura es al menos 2-3 veces más eficaz para reducir la pobreza que la inversión en otros sectores.

Álvaro Lario también instó a adoptar enfoques innovadores para financiar la lucha contra el hambre y la malnutrición.

“Al atraer inversiones de carácter técnico y financiero del sector privado, podemos ampliar la escala de enfoques que den lugar a economías rurales sin pobreza ni hambre”, afirmó.

El FIDA ya atrae nuevo capital privado para invertir en los sistemas alimentarios y el desarrollo rural. Gracias a su sólida calificación crediticia y a su experiencia en la transformación rural inclusiva, el Fondo ha podido emitir su sexto bono de desarrollo sostenible a través de colocaciones privadas y recaudar más de 480 millones de dólares procedentes de aseguradoras o fondos de pensiones que operan en todo el mundo y que tienen interés en invertir en un planeta más equitativo y sostenible. El FIDA es el único fondo de las Naciones Unidas y su único organismo especializado, aparte del Grupo Banco Mundial, que opera en los mercados de capitales.

El sector privado forma parte de la solución para reducir el déficit de financiación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Para los pequeños productores, la inversión del sector privado es un salvavidas que les proporciona acceso a capital, oportunidades de empleo, tecnología y mercados.

Con este propósito el FIDA invierte en pequeñas y medianas empresas prometedoras de las zonas rurales y en pequeñas empresas agroalimentarias: para reforzar los servicios que prestan a los pequeños productores y brindarles acceso a la tecnología y los mercados, y en última instancia atraer más inversiones del sector privado. Al reducir el riesgo de las inversiones y crear un entorno propicio, el FIDA puede contribuir al establecimiento de más asociaciones público-privadas con empresas y emprendedores del sector agroalimentario.

Según el informe titulado El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI) de 2023, en 2022 había unos 735 millones de personas que sufrían subalimentación o hambre, 122 millones de personas más que en 2019, antes de la pandemia de COVID-19.