- Desmantelan en Coristanco una red de peleas de gallos con apuestas de hasta 40.000 €. Se investiga la conexión con fiestas ilegales y tráfico de drogas.
Escándalo rural: gallos de pelea, drogas y apuestas millonarias
La Guardia Civil ha destapado una actividad clandestina en pleno corazón de la Galicia rural. Un galpón en Coristanco (comarca de Bergantiños) se había convertido en escenario de brutales peleas de gallos, en fiestas organizadas con apuestas de hasta 40.000 euros, consumo de cocaína y vínculos con el tráfico ilegal de animales. El caso pone en evidencia un fenómeno delictivo que afecta también al medio rural gallego y deja en el aire el futuro de los animales intervenidos.
Un alpendre convertido en ring: así operaba la red
La investigación del SEPRONA arrancó hace meses, tras detectar un movimiento inusual de vehículos y personas en una finca próxima a la AC-552, carretera que conecta A Coruña y Cee. La sospecha inicial cobró forma cuando se observaron envíos periódicos de cajas procedentes de Madrid: contenían gallos, presuntamente criados para pelear.
Conforme avanzaban las pesquisas, los agentes detectaron que, además de los animales, en estas reuniones se consumían drogas —especialmente cocaína— y se organizaban peleas ilegales con apuestas desorbitadas, entre 10.000 y 40.000 euros. Uno de los ejemplares decomisados estaba tasado en ese mismo importe en el mercado negro, lo que indica el alto nivel de especialización y beneficio que mueve esta red.
La redada: cocaína, estampida y un arma de fuego
El operativo culminó un domingo, hace tres semanas. Los agentes irrumpieron en pleno evento ilegal, aunque la intervención no estuvo exenta de tensión: uno de los asistentes habría esgrimido un arma de fuego, lo que provocó una estampida.
Pese al caos, la Guardia Civil logró identificar a cuatro personas: tres hombres y una mujer, todos vinculados a la comarca de Bergantiños. En el lugar se intervinieron 19 animales: 17 gallos adultos y 2 polluelos. Todos ellos están siendo investigados por un presunto delito contra la protección de la fauna.
Drogas y peleas: ¿una red itinerante por Galicia?
Las autoridades investigan ahora si estas peleas forman parte de una red itinerante que se desplaza por distintas comarcas gallegas, operando en la sombra del medio rural. También se analiza el origen de la droga distribuida en estos eventos, con posibles conexiones con puntos de venta en la ciudad de Ferrol.
Este patrón se aleja del imaginario tradicional del rural gallego y destapa una realidad preocupante: fiestas clandestinas donde convergen violencia animal, adicciones y crimen organizado, incluso en territorios con fuerte arraigo ganadero y agrícola.
¿Qué pasará con los gallos?
El destino de los 19 animales incautados está en entredicho. Actualmente se encuentran en un centro de recuperación, pero su destino final podría ser la eutanasia. Se barajó su traslado a un santuario del sur de España, aunque el alto coste ha paralizado esta opción.
Pese a que varias asociaciones animalistas estudian su adopción, las posibilidades son escasas, ya que los ejemplares —a pesar de ser mansos— tienen un pasado marcado por la violencia y su valor económico ha quedado anulado tras la intervención. Es una situación límite que exige una respuesta ética y rápida por parte de las instituciones.
Contexto rural: cuando la marginalidad se cuela en el campo
Aunque las peleas de gallos son ilegales en España desde hace décadas, su persistencia en entornos rurales, ocultas entre galpones y fincas, refleja una problemática social más profunda. La impunidad, la falta de vigilancia y el aislamiento territorial facilitan estas actividades criminales que, aunque minoritarias, degradan el medio rural y lo exponen a redes de explotación animal y narcotráfico.
El caso de Coristanco no es aislado. La Guardia Civil sospecha que existen más puntos activos en otras zonas rurales de Galicia. La Xunta y las autoridades judiciales están llamadas a reforzar los controles y las sanciones para evitar que el campo gallego se convierta en refugio de estas mafias.
Más vigilancia y protección animal
El caso de Coristanco obliga a mirar de frente una realidad incómoda: en el rural gallego también hay espacio para el crimen organizado. La lucha contra la crueldad animal y las redes ilegales debe incluir una vigilancia adaptada al territorio y el compromiso institucional con la protección de la naturaleza.Porque la dignidad del rural también pasa por erradicar la violencia, incluso la que se esconde en un simple alpendre.