- Un fuerte pedrisco arrasa viñedos en Cenlle, dentro de la D.O. Ribeiro, y deja a muchos viticultores con pérdidas graves a pocas semanas del verano.
Un golpe desde el cielo: la piedra arrasa viñedos en el Ribeiro
No ha sido la filoxera, ni una enfermedad de la madera. Esta vez, el enemigo ha llegado desde las nubes: una granizada brutal ha castigado en los últimos días a varios municipios de la Denominación de Origen Ribeiro, dejando a su paso racimos destrozados y ramas quebradas. La peor parte se la ha llevado el concello de Cenlle, donde algunos viticultores hablan ya de pérdidas de cosecha irreparables.
En pleno mes de mayo, cuando las vides brotan con fuerza y preparan el fruto del verano, el golpe ha sido devastador. Las imágenes que circulan por redes sociales y grupos de productores muestran mallas rasgadas, hojas despedazadas y racimos jóvenes desintegrados por el impacto del granizo.
Viñas afectadas en su fase más vulnerable
Los efectos del pedrisco no llegan en cualquier momento. En esta fase de crecimiento, los daños no solo afectan al fruto actual, sino que comprometen la brotación futura, la madera del próximo año e incluso el equilibrio fisiológico de la cepa. En muchos casos, las heridas abiertas en tallos y hojas pueden facilitar la entrada de enfermedades fúngicas si las condiciones se mantienen húmedas.
Algunos productores del entorno de Cenlle y Beade aseguran que han perdido entre el 50 y el 70% del potencial de su cosecha, según las primeras estimaciones visuales. Las zonas más expuestas, como laderas sin cobertura vegetal o viñas en emparrado, han sido las más castigadas.
El Consello Regulador evalúa, el campo espera respuesta
A estas horas, técnicos del Consello Regulador de la D.O. Ribeiro ya están realizando valoraciones sobre el terreno, inspeccionando parcelas afectadas y recabando datos para poder informar con rigor sobre el alcance real del siniestro.
Aunque todavía no hay cifras oficiales, desde el sector se espera que se reconozca la gravedad del episodio y se activen mecanismos de apoyo. Como en otros episodios de inclemencias extremas, los viticultores temen quedarse solos ante los daños, en un año ya marcado por la incertidumbre meteorológica.
¿Dónde está el seguro agrario cuando hace falta?
Muchos viticultores lamentan que, pese a tener contratados seguros agrarios, los trámites suelen ser lentos, con valoraciones bajas y coberturas que no siempre reflejan la magnitud de las pérdidas reales. El resultado es que, tras un episodio como este, los daños pueden comprometer la viabilidad económica de la explotación durante todo el año.
El problema no es nuevo, pero cada vez más frecuente. Los extremos climáticos —heladas tardías, olas de calor, sequías o pedrisco— se están volviendo parte del calendario habitual. Y el seguro, pensado para episodios puntuales, no está respondiendo a un contexto de cambio climático crónico.
La importancia de actuar con rapidez y con sentido rural
Desde el sector se pide a la Xunta de Galicia que no mire hacia otro lado. No se trata solo de indemnizaciones, sino de ofrecer respaldo técnico, fiscal y estructural a los viticultores que han visto cómo el trabajo de todo un año se deshacía en media hora de tormenta.
Medidas como el reajuste fiscal de módulos agrarios, la flexibilización en líneas de ayudas o la intermediación para mejorar los seguros serían pasos bien recibidos. Lo contrario sería agravar aún más la brecha entre el campo que produce y las instituciones que legislan.
El Ribeiro necesita algo más que sol y lluvia
El Ribeiro no solo es vino: es paisaje, cultura, empleo, economía local. Y como todas las zonas vitícolas del país, está expuesto a un clima cada vez más imprevisible. Si no se blindan herramientas eficaces para responder a estos golpes meteorológicos, el riesgo no será solo perder una añada… sino perder viticultores.
El campo necesita soluciones adaptadas a su realidad, no solo discursos desde los despachos. Porque cuando cae piedra, no cae en Bruselas: cae sobre las cepas, y sobre las personas que viven de ellas.