- En 20 años, Galicia ha perdido el 61 % de sus granjas ganaderas y 4 de cada 10 vacas de leche. ¿Qué futuro le espera a su sector rural?
Galicia, tradicionalmente conocida como una tierra eminentemente rural, enfrenta una crisis silenciosa pero devastadora: el declive de su sector ganadero, especialmente en la producción láctea. A pesar de su fama como pilar del sector primario en España, las cifras no mienten y trazan un panorama desolador. En solo dos décadas, Galicia ha pasado de tener 67.628 granjas ganaderas en 2003 a apenas 26.256 en 2023, lo que representa una caída del 61 %. Este colapso, respaldado por datos del Instituto Galego de Estatística (IGE), pone en jaque no solo la economía rural, sino también el tejido social de la región.
Hace veinte años, el 99,4 % de los municipios gallegos contaba con vacas de leche; hoy, solo el 63,6 % puede decir lo mismo. Esto significa que más de un tercio del territorio gallego ha dejado de participar en esta actividad esencial. El éxodo rural, el envejecimiento de la población, los altos costes de producción y la falta de apoyo suficiente por parte de las administraciones han configurado un escenario en el que muchos ganaderos han optado por cerrar sus puertas.
Los datos son alarmantes: en 2003, Galicia tenía censadas 488.015 vacas de leche, una cifra que cayó a 304.930 en 2023. Esto supone la pérdida de 183.085 cabezas, casi el 40 %. Aunque en la última década el ritmo de descenso se ha ralentizado, el impacto en el medio rural ya es evidente: menos empleo, menos actividad económica y menos esperanza para los jóvenes que podrían haber tomado el relevo generacional.
Concentración y desigualdad en el sector
El cierre masivo de pequeñas explotaciones no ha significado una desaparición completa del ganado, sino una concentración del mismo en un menor número de granjas más grandes. Actualmente, Lalín, Mazaricos, A Pastoriza y Santa Comba lideran el censo con más de 10.000 vacas cada uno. Sin embargo, esta aparente estabilidad en algunos puntos esconde otra realidad preocupante: el esfuerzo por aumentar la escala no siempre garantiza la rentabilidad, especialmente cuando los precios del litro de leche en Galicia son los más bajos del país.
Por provincias, Lugo y A Coruña concentran el 88 % de las vacas de leche, mientras que Ourense, históricamente menos ganadera, queda prácticamente al margen con solo 1.619 vacas censadas. Esta desigualdad también se observa en el número de granjas: mientras que Terra Chá (Lugo) cuenta con 2.568 explotaciones, A Illa de Arousa, Ribadavia o Toén carecen por completo de actividad ganadera.
¿Un modelo al borde de la extinción?
La desaparición de las pequeñas explotaciones ha transformado el paisaje rural gallego, tanto física como socialmente. La falta de incentivos, sumada a las exigencias del mercado global y las políticas agrícolas inadecuadas, ha llevado a muchos ganaderos a tomar decisiones drásticas: adaptarse a marchas forzadas o cerrar.
Galicia necesita una estrategia urgente para reactivar su sector ganadero. Esto no solo implica asegurar precios justos para el productor, sino también fomentar la formación y atracción de nuevos talentos, modernizar las instalaciones y reforzar la economía circular en el rural. De no tomar medidas, el abandono del campo seguirá avanzando, y lo que hoy es un desafío podría convertirse en una tragedia irreversible para la región.
Un llamado a la acción
El futuro del rural gallego depende de decisiones concretas y valientes. Más allá de las cifras, se trata de proteger la identidad de una tierra que siempre ha estado vinculada a la producción agrícola y ganadera. Sin vacas, sin granjas y sin jóvenes en el campo, Galicia perderá no solo un motor económico, sino también una parte esencial de su alma.
¿Será esta la generación que deje desaparecer el rural gallego o habrá un cambio que detenga esta hemorragia? El tiempo dirá, pero cada año que pasa hace más urgente la necesidad de actuar.