- La Xunta promueve jaulas trampa en zonas urbanas y emergencia cinegética en el rural, pero el problema del jabalí sigue creciendo sin soluciones definitivas.
Tras años de denuncias de los ganaderos sobre los estragos causados por el jabalí en los cultivos de maíz y praderas, el problema ha escalado a tal nivel que ahora afecta incluso a los núcleos urbanos de Galicia. La Xunta, presionada por el aumento de accidentes de tráfico y daños en propiedades, apuesta por una estrategia dual: emergencia cinegética temporal en 40 comarcas rurales y la instalación de jaulas trampa en zonas urbanas y periurbanas.
Aunque algunos ayuntamientos como Sada, Oleiros, Arteixo y O Grove ya han comenzado a utilizar estas trampas, la medida genera dudas. ¿Qué pasará con los jabalíes capturados en estas zonas? ¿Se reubicarán en el monte, perpetuando el problema? Estas preguntas reflejan la frustración de un sector agroganadero que lleva años exigiendo medidas más contundentes y estratégicas.
Emergencia cinegética y cifras alarmantes
El 11 de octubre, la Xunta declaró la emergencia cinegética en 40 comarcas que abarcan el 85 % del territorio gallego. Esta medida busca reducir los daños en los cultivos y prevenir accidentes, cuyo número ha aumentado un 30 % en el último año. Sin embargo, el propio sector señala que estas declaraciones, aunque necesarias, llegan tarde y no abordan la raíz del problema: la falta de control poblacional de una especie que no para de expandirse.
En los últimos dos años, los avisos por daños causados por jabalíes superaron los 4.000, frente a los 3.000 registrados en temporadas anteriores. A pesar de los 12 millones de euros destinados desde 2016 a compensaciones y prevención, los resultados no convencen a los afectados.
Las jaulas trampa: ¿solución parcial o improvisación?
La Xunta insiste en que las jaulas trampa son una herramienta útil para contener a los jabalíes que ya invaden espacios urbanos. Sin embargo, voces críticas consideran que esta medida es insuficiente y carece de un plan integral para gestionar la sobrepoblación de la especie. Además, el traslado de animales capturados al monte podría trasladar el problema de unas zonas a otras, sin resolverlo de fondo.
Ganaderos y agricultores, que durante años han soportado los daños en sus cultivos, observan con escepticismo cómo ahora se priorizan las actuaciones en entornos urbanos, mientras el rural sigue siendo un terreno de conflicto constante.
¿Hacia una solución integral?
El grupo de trabajo para la gestión del jabalí, que incluye a cazadores, sindicatos agrarios, administraciones y expertos en infraestructuras, ha comenzado a explorar métodos aplicados en otros países. Sin embargo, los resultados de estas reuniones aún están por verse, y los afectados demandan acciones más decididas y eficaces.
La clave, según muchos expertos, pasa por reforzar la caza, mejorar la coordinación entre las partes implicadas y adoptar medidas preventivas basadas en estudios científicos sobre la dinámica poblacional del jabalí. Sin estas actuaciones, advierten, las jaulas trampa y las declaraciones de emergencia cinegética seguirán siendo un parche temporal ante un problema que ya desborda tanto al rural como a las ciudades.