- La cepa es historia, pero también es frágil; un solo corte puede borrar siglos de dedicación.
Durante la madrugada del 1 al 2 de agosto, mientras Cambados celebraba la Festa do Albariño, a solo veinte kilómetros, la bodega Viña Moraima en Barro sufría un acto de vandalismo sin precedentes en la Denominación de Origen Rías Baixas. Un grupo de individuos, actuando con precisión y organización, talaron cerca de 940 vides en una parcela de 7.000 metros cuadrados, destruyendo cepas centenarias de albariño, caíño y ratiño, una variedad autóctona casi desaparecida.
Los trabajadores descubrieron el sabotaje al mediodía del viernes, cuando notaron las hojas marchitas en las vides. Pronto, la magnitud del daño quedó clara: pérdidas estimadas en 120.000 euros y la irreparable destrucción de años de dedicación y esfuerzo. Roberto Rivas, uno de los cooperativistas de Viña Moraima, expresó la profunda tristeza y el impacto moral que esta tragedia ha dejado en la bodega.
La Guardia Civil ha iniciado una investigación, respaldada por imágenes de seguridad que muestran la operación meticulosa de los saboteadores, quienes utilizaron sierras y motosierras pequeñas para perpetrar el ataque. Aunque la causa sigue siendo un misterio, la presidenta de la cooperativa, Salomé Cancela, sugiere en una carta abierta que podría tratarse de un sabotaje por encargo, un acto cobarde que ha dejado a la bodega sumida en el dolor y la incertidumbre.
El momento del ataque no podría haber sido peor, a tan solo semanas de la vendimia. Para Viña Moraima, no se trata solo de la pérdida de la cosecha de 2024, sino también de la imposibilidad de recuperar las vides en los próximos años. La bodega, que había recibido esta parcela en cesión hace cuatro años, enfrentaba la expectativa de su primera cosecha cuando ocurrió el desastre.
Mientras la investigación continúa, la bodega se enfrenta al difícil desafío de decidir su futuro. Aunque aún no han tomado una decisión definitiva, los cooperativistas consideran la posibilidad de replantar el viñedo, conscientes de que el riesgo de un nuevo ataque siempre estará presente. Las pocas cepas que sobrevivieron serán la base para cualquier intento de recuperación, aunque el valor de lo perdido es incalculable.
Viña Moraima, fundada en 2006, es la mayor cooperativa vitivinícola de la comarca de Pontevedra, con once socios que comparten una profunda conexión con sus viñedos. Como bien señala Salomé Cancela, “la cepa es fuerte y resistente, pero también frágil; basta un corte para que toda su historia desaparezca para siempre”.
(Fotos LVG)