- Una vaca preñada fue víctima de un intento de violación durante las fiestas patronales de Triabá. El caso revela un problema social silenciado: la zoofilia.
Un hecho estremecedor en Castro de Rei
La madrugada del domingo 30 de junio, tras la actuación de la orquesta París de Noia en las fiestas de San Pedro en la parroquia de Triabá (Castro de Rei, Lugo), un feriante fue sorprendido intentando violar a una vaca preñada en una explotación ganadera próxima al campo de la fiesta.
El hombre accedió sin permiso a la granja, ató al animal con cuerdas y portaba una bolsa con un taburete y material preparado. Los bramidos de la vaca alertaron a los dueños, que descubrieron la escena. “Mi madre oyó los mugidos, bajó, y lo vio en la entrada. Subió a avisarme. Al principio pensé que venía a robar un becerro, hasta que vi a la vaca atada. Le grité: ‘Viñeches violar á vaca. Ti estás tolo’. Y escapó corriendo”, relató el ganadero a La Voz de Galicia.
Una vaca preñada a punto de parir
La víctima no era solo un animal de explotación: era una vaca preñada, a punto de dar a luz. El hecho de que estuviera atada y visiblemente nerviosa hace aún más grave lo ocurrido, tanto por el sufrimiento infligido como por el riesgo físico para la cría.
El autor del intento de agresión, según sospecha el propietario, no actuó por impulso: “Cremos que non era a primeira vez que o facía. Xa viña preparado”, dijo, señalando que llevaba cuerda, taburete y que conocía el acceso a la explotación.
¿Un caso aislado o un síntoma?
El suceso ha conmocionado a la comunidad ganadera y ha despertado una oleada de indignación en redes sociales. Pero más allá del impacto mediático, el caso plantea una cuestión incómoda: ¿estamos ante una excepción aberrante o ante la expresión de un problema más común y silenciado de lo que se cree?
Aunque el incidente tuvo lugar en el entorno rural de Castro de Rei, estudios e investigaciones internacionales han dejado claro que la zoofilia —una conducta sexual desviada hacia animales— no es exclusiva del campo. Se da también en entornos urbanos y no siempre está asociada al aislamiento, la enfermedad mental o el consumo de drogas.
Encuestas académicas, como las del Instituto Kinsey o plataformas como BedBible, indican que entre un 2 % y un 7 % de la población ha tenido contacto sexual con animales al menos una vez en su vida. Aunque en términos clínicos se considera una parafilia, su tratamiento no puede limitarse al ámbito médico: es una forma de abuso que afecta al bienestar animal y necesita respuesta penal, social y preventiva.
¿Y ahora qué? Lo que este caso revela
1. La zoofilia no es una rareza rural: Pensar que solo ocurre en el campo es un prejuicio que impide entender el alcance real del problema.
2. Los animales necesitan más protección legal: El Código Penal castiga el maltrato, pero no siempre tipifica con claridad los delitos sexuales hacia animales.
3. El sector ganadero merece apoyo, no estigma: Son los propios ganaderos los que suelen detectar, denunciar y actuar ante estos hechos.
4. Es necesaria una respuesta integral: Formación, vigilancia y reformas legales que consideren la zoofilia como delito específico y grave.
Visibilizar para proteger
El intento de violación de una vaca en Triabá no es una simple anécdota grotesca. Es la expresión de una violencia que sigue ocurriendo en silencio. Y si ha salido a la luz ha sido por la reacción responsable y valiente de una familia ganadera que denunció lo ocurrido.
El rural gallego no es terreno salvaje. Es un lugar de trabajo, cuidado y respeto hacia los animales. Y merece que hechos como este se aborden con la seriedad que exigen: condena social, protección jurídica y actuación institucional.
El escándalo no es que esto ocurra en una granja. El escándalo es que pueda seguir ocurriendo en cualquier parte, sin consecuencias.