- Galicia refuerza su red de apoyo frente a los incendios con la ayuda de la UME y la Federación de Caza, clave para proteger el monte y el medio rural.
Un verano que se prepara en primavera
Aunque el fuego suele hacer acto de presencia en Galicia cuando el calor aprieta, su combate comienza mucho antes. La campaña de 2025 arranca con una novedad esperanzadora: el rural gallego refuerza sus alianzas estratégicas con dos actores fundamentales en la lucha contra los incendios forestales. Por un lado, la Unidade Militar de Emerxencias (UME). Por otro, la Federación Galega de Caza. Ambos, con un papel diferente pero complementario, se suman a los esfuerzos por anticiparse a un problema que cada año pone en riesgo no solo los bosques, sino también explotaciones ganaderas, viviendas y vidas.
El ejército que apaga fuegos
El pasado 25 de marzo, mandos del V Batallón de la UME visitaron el Centro de Coordinación Central de Incendiosde Galicia, en San Lázaro, para afinar los protocolos de colaboración con los técnicos forestales de la Xunta. Esta unidad del ejército español, especializada en intervenciones de emergencia, ya ha demostrado en anteriores campañas su capacidad para actuar en situaciones críticas.
Su presencia en Galicia no es simbólica: en episodios de alta intensidad, su despliegue aporta medios humanos y técnicos que complementan los recursos autonómicos. Eso sí, bajo un mando único liderado desde el ámbito civil, lo que garantiza una respuesta más ágil y coordinada. La mejora de estos protocolos puede marcar la diferencia este verano, cuando la simultaneidad de fuegos y las condiciones extremas ponen a prueba incluso los sistemas mejor preparados.
Los cazadores, ojos y manos sobre el terreno
Si la UME es un aliado puntual pero potente, los cazadores representan una presencia constante en el monte gallego. Por eso, la Xunta ha decidido fortalecer su colaboración con la Federación Galega de Caza, con la que ya existen líneas de trabajo conjuntas en materia de prevención.
Los cazadores conocen el terreno como pocos: recorren senderos, limpian cortafuegos, detectan focos de riesgo y alertan ante movimientos sospechosos. Son, en muchos casos, la primera línea de vigilancia cuando la amenaza aún no es visible para los satélites ni los drones.
En la reunión mantenida entre la Consellería do Medio Rural y la federación, se acordó seguir profundizando en estas tareas preventivas y mejorar la formación de los colectivos implicados. Una labor que, aunque discreta, resulta esencial para reducir el número de incendios provocados o mal gestionados.
El fuego no distingue: el monte, sí
Los incendios forestales no son solo un problema ambiental. En Galicia, afectan directamente a la economía rural, destruyendo pastos, cerrando caminos, paralizando explotaciones y asustando a la población. La respuesta no puede depender exclusivamente de medios aéreos o maquinaria pesada: necesita redes humanas bien tejidas, locales y externas, preventivas y reactivas.
Con esta estrategia, Galicia intenta consolidar un modelo de protección integral del monte, donde cada actor —ya sea un agricultor, un agente forestal, un cazador o un militar— tenga un papel definido y coordinado. La clave está en anticiparse, formarse y colaborar. Porque cuando el fuego llega, no hay margen para la improvisación.