- Denunciamos una nueva estrategia para forzar una bajada en el precio de la leche que implicaría el cierre de cientos de explotaciones
- Solicitamos a la CMR y al Ministerio que se interesen por este nuevo posible incumplimiento de las buenas prácticas de la Ley de la Cadena
- Xulio Hernández, coordinador del sector lácteo de SLG, nos confirma que esta práctica la esta ejerciendo sobre todo el Grupo LACTALIS, pero que también le constan casos de los grupos gallegos CLUN y LENCE
En las últimas semanas varias ganaderías fueron amenazadas con un cese de recogida de la leche (no renovación de contratos) argumentando determinadas industrias, al hilo de la estabulación trabada, un supuesto incumplimiento de las normas de bienestar animal recogidas en el Real Decreto de Ordenación de Bovinos.
Desde el Sindicato Labrador Gallego-Comisiones Labradoras (SLG-CCLL) venimos de confirmar con fuentes de la Consellaría del Medio Rural que en ningún caso el hecho de que las vacas sean amarradas durante la noche cuando vienen de estar paciendo al aire libre todo el día afecte a su bienestar ni infrinja extremo alguno de la abundante normativa que a día de hoy verla por las buenas prácticas en el manejo del ganado en la producción alimentaria, incluido el RD en el que se escudan las empresas que están protagonizando este nuevo abuso en la cadena alimentaria.
Es más, las granjas en las que todavía se realiza esta práctica -fomentada en su momento por la propia Xunta de Galicia- se caracterizan por su pequeño o mediano tamaño y gestión tradicional, con un número limitado de cabezas de ganado, producción en extensivo y un seguimiento del bienestar animal muy próximo, que contrasta claramente que situación en la que se encuentran las vacas de las grandes producciones de orientación industrial, cerradas todo el día y gestionadas en masa.
“Pedimos a la Consellaría del Medio Rural que contacte cas empresas lácteas para aclarar esta situación y sobre todo para dejarles bien claro que el motivo argumentado para no les renovar los contratos a las ganaderas y ganaderos es totalmente injustificado”, demanda el coordinador del sector lechero en el SLG, Xúlio Fernández. “Además consideramos que el Ministerio de Agricultura también debería interesarse por estos movimientos, habida cuenta de que parecen una más que posible distorsión de la aplicación del RD de ordenación bovina por parte de estas industrias y el incumplimiento de las buenas prácticas recogidas en la Ley de la Cadena Alimentaria”.
En el SLG tenemos la certeza de que las empresas lácteas son conocedoras de la normativa y conscientes de ausencia total de justificación para este chantaje a las granjas familiares, por lo que interpretamos que el que pretenden es, esgrimiendo un argumento que abarca a la mayor parte de ellas al tiempo que elude la cuestión del modelo, dificultar su viabilidad y forzar su desaparición.
Hemos escuchado públicamente a las industrias en muchos foros afirmar que no les preocupa el cierre de granjas gallegas mientras sega habiendo el mismo volumen de producción de leche, despreciando por completo los aportes al medio rural -y a la calidad alimentar- que implica contar con muchas pequeñas granjas que doten de vida estos entornos y dinamicen la economía.
Las industrias saben que se no les pueden vender, muchas ganaderías tendrán que malvender a intermediarios, la un precio mucho más bajo, pudiendo a continuación ser adquirido este misma leche de nuevo por la industria láctea por menos dinero del que habría pagado a las ganaderas y ganaderos directamente.
Por otra parte, ante las dificultades para adaptarse a requisitos inventados por las industrias (que hoy es lo de la estabulación y mañana puede ser cualquier otro), añadidas a las problemáticas ya estructurais en el sector, como son el hecho de tener uno de los precios más bajos de todo el Estado y un sistema de contratos de corta duración y fuertemente condicionado por el poder de las industrias en su negociación, tendrán que decidir cerrar, “dejando el campo libre” a producciones de carácter industrial, sean estas alimentarias o, como se está intensificando en estos últimos años, energéticas y de explotación de recursos naturales.
Sin embargo, si lo analizamos con perspectiva de futuro, la propia desaparición de las pequeñas granjas puede redundar en un agravamiento de las problemáticas ya existente en las grandes, cada vez más concentradas y aisladas, ya que la eliminación de servicios que se sostenían con las pequeñas -por ejemplo los veterinarios- va a perjudicar a todas. De hecho, se persisten en esta carrera por la concentración monopolística de la producción también alguna de estas industrias acabará desapareciendo.
Desde el SLG defendemos, por una parte, que la alimentación es un derecho, no un producto más del comprado, por lo que debería estar protegida de las estrategias de ampliación de margen de beneficios utilizadas por intereses privados. Por otra parte, la presencia de numerosas granjas productoras de alimentos es garantía de un medio rural habitado, con servicios, con un mayor número de puestos de trabajo indirecto, ecosistemas mejor cuidados y protegidos, en definitiva, un medio rural vivo.
“No es deseo de las personas consumidoras que se reduzca el número de ganaderías familiares, sino que se ponga fin a los modelos intensivos de producción, es decir, a las fábricas de alimentos, no a las pequeñas y medianas granjas. Pedimos a las industrias que no distorsionen y empleen interesadamente un argumento con el que precisamente lo que pretenden es favorecer el avance de un modelo que observa a los animales cómo meras unidades productivas de las que obtener los mayores beneficios”, recuerda Xulio Fernández.