- Galicia inicia el proceso para que la variedad autóctona Folla Redonda sea reconocida como uva comercial, abriendo nuevas oportunidades para el viñedo rural.
La uva Folla Redonda inicia su camino hacia el mercado
Galicia ha puesto en marcha el proceso para que la Folla Redonda, una variedad de vid autóctona poco conocida pero con gran potencial enológico, sea inscrita oficialmente como variedad comercial. Un paso que, aunque burocráticamente lento, supone un avance crucial para la diversificación y el futuro del viñedo gallego.
Una joya genética que busca su sitio en el mercado
La uva Folla Redonda ha estado presente en viñedos tradicionales gallegos desde hace generaciones, aunque relegada a un papel secundario. Gracias al trabajo técnico de la Estación Experimental de Viticultura e Enoloxía de Ribadumia, se ha completado su caracterización genética y sanitaria, condiciones necesarias para formalizar su inscripción como variedad apta para uso comercial.
El material vegetal ya ha sido enviado al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que se encargará ahora de los ensayos oficiales concluyentes, un proceso que requiere al menos tres ciclos vegetativos. Esto significa que el informe definitivo no llegará antes de tres o cuatro años.
Pero el camino está trazado. La Folla Redonda podría integrarse en Denominaciones de Origen, emplearse en nuevos coupages o abrir líneas de mercado con vinos diferenciados, justo en un momento donde la autenticidad y el origen tienen más peso que nunca en el sector.
Valor para el rural: diversificación, identidad y oportunidad
La inscripción de nuevas variedades como la Folla Redonda no es un trámite anecdótico. Para las pequeñas explotaciones vitícolas, especialmente las familiares, supone ampliar el catálogo de posibilidades, mejorar la resiliencia del viñedo frente al cambio climático y aportar valor añadido a los vinos locales.
Además, iniciativas como esta permiten poner en valor el patrimonio vegetal gallego, muchas veces amenazado por el abandono o el arranque de cepas antiguas. Recuperar y reconocer estas variedades es también una forma de blindar la identidad cultural del vino gallego y de abrir la puerta a la innovación desde lo local.
Investigación aplicada y ayudas: pilares del impulso vitícola
Este avance forma parte del compromiso del sector público con la viticultura gallega. La Estación de Ribadumia, gestionada por la Xunta, es uno de los referentes en investigación y transferencia tecnológica al viñedo, y se ha convertido en aliada clave para los viticultores que apuestan por la mejora genética, la sostenibilidad y la diferenciación de producto.
En paralelo, la administración ha activado líneas de apoyo económico estratégicas:
4 millones de euros para reestructuración y reconversión de viñedo.
1,7 millones para promocionar el vino gallego fuera de Europa.
4,5 millones para fomentar la elaboración y comercialización.
A todo esto se suma la Estratexia de dinamización territorial e turística das comarcas vitivinícolas, que busca reforzar el vínculo entre vino, paisaje y turismo, y generar valor añadido a nivel comarcal.
Un proceso largo, pero necesario
Reconocer comercialmente una variedad como la Folla Redonda no es sencillo. Se exige una evaluación técnica rigurosa y varios años de seguimiento agronómico. Pero el resultado —si llega a buen puerto— supondrá una nueva herramienta para los viticultores gallegos, que podrán trabajar legalmente con esta uva, experimentar con su potencial y, quizá, incorporarla a etiquetas de futuro.
En un contexto de presión sobre las variedades tradicionales y exigencias crecientes de los mercados internacionales, disponer de nuevas opciones con raíces en el territorio es una ventaja estratégica para el campo gallego.
Vino con identidad, viñedo con futuro
La Folla Redonda representa mucho más que una variedad de uva. Es símbolo de la riqueza genética del viñedo gallego, de la capacidad de recuperación del sector y de la importancia de aunar tradición, ciencia y estrategia pública.
Si el proceso concluye con éxito, los viticultores tendrán una nueva aliada para diferenciar sus vinos, aportar valor al territorio y diversificar su producción. Y Galicia ganará un nuevo estandarte para su ya reconocida cultura del vino.