- El Gobierno deja en manos de los ganaderos la vacunación contra la lengua azul, una enfermedad que afecta a ovino, bovino y caprino. El sector teme consecuencias.
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) ha dado un giro en su estrategia para combatir la lengua azul, una enfermedad vírica transmitida por mosquitos que afecta al ganado ovino, bovino y caprino. A partir de ahora, la vacunación pasará a ser voluntaria en toda la península, eliminando la obligatoriedad que regía hasta la fecha. La medida, publicada en el BOE, ha generado inquietud entre los ganaderos, que temen que la desregulación agrave la crisis en el sector.
Cuatro serotipos y un problema de logística
Por primera vez en España, circulan simultáneamente cuatro serotipos del virus de la lengua azul (1, 3, 4 y 8), lo que ha complicado la gestión sanitaria. A esto se suman unas condiciones climáticas excepcionales que han favorecido la propagación del virus y un aumento de la actividad de los mosquitos transmisores (Culicoides). Según el MAPA, la dificultad logística de vacunar de forma obligatoria a todo el ganado contra tantos serotipos y la falta de stock suficiente de vacunas han llevado a replantear la estrategia.
La vacunación deja de ser un requisito para el movimiento de animales dentro de las zonas afectadas, lo que preocupa a asociaciones ganaderas y veterinarias. Según fuentes del sector, este cambio podría aumentar la exposición de los rebaños, debilitando la capacidad de respuesta ante futuros brotes.
El impacto en el sector y la viabilidad de la nueva estrategia
La lengua azul no afecta a los humanos, pero su impacto en la ganadería es significativo. En regiones como Extremadura y Andalucía, recientes brotes han causado miles de muertes en explotaciones ovinas y bovinas, según datos de la Junta de Extremadura. La enfermedad provoca fiebre alta, hemorragias, inflamación en la lengua y dificultad respiratoria, debilitando a los animales y afectando su producción.
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha advertido que algunos serotipos del virus han desarrollado mecanismos para evadir el sistema inmunológico del ganado, lo que hace aún más crucial la vacunación. En este contexto, la decisión del MAPA de dejar la inmunización en manos de los ganaderos ha sido recibida con escepticismo.
La medida también ha obligado a derogar varias órdenes previas para actualizar la normativa. A partir de ahora, las zonas sometidas a programas de control serán revisadas periódicamente en función de la evolución de la enfermedad. El Gobierno defiende que la nueva estrategia permitirá una respuesta más ágil ante la detección de nuevos serotipos, aunque en el sector ganadero persisten las dudas sobre su efectividad.
Con la llegada de la primavera y el aumento de las temperaturas, se espera un repunte en la actividad de los mosquitos transmisores. La pregunta es si la vacunación voluntaria será suficiente para contener la enfermedad o si el sector acabará pagando las consecuencias de esta flexibilización.