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lunes, julio 7, 2025

La Xunta arrancará viñas abandonadas por plaga mortal

  • La Xunta actuará de oficio para eliminar viñedos abandonados infectados con Flavescencia dorada y cobrará los costes a los propietarios.

La amenaza invisible que avanza entre cepas gallegas

La Flavescencia dorada ya no es una sospecha, sino una certeza que se propaga por el sur de Galicia como un incendio sin llamas. Esta enfermedad, considerada de cuarentena por la Unión Europea, está poniendo en jaque al viñedo gallego, y la Consellería de Medio Rural ha decidido pasar a la acción: si los propietarios no arrancan las plantas infectadas o abandonadas, lo hará la Administración… y les pasará la factura.

Viñas sin dueño, focos de infección

El problema no es nuevo. Desde los primeros positivos detectados en 2022, los brotes se han multiplicado, afectando especialmente a Pontevedra y Ourense. La dificultad principal no reside en los viñedos activos, donde los viticultores controlan la situación aplicando tratamientos y haciendo seguimiento, sino en las fincas abandonadas, que se convierten en verdaderos focos de contagio. La plaga la transmite un insecto diminuto —Scaphoideus titanus—, pero su impacto es devastador: las cepas enfermas no tienen cura.

La nueva orden de la Xunta, que califica la erradicación de la plaga como de “utilidad pública”, permite ahora intervenir directamente en esas parcelas desatendidas. El propietario tiene la obligación de eliminar las plantas infectadas o sintomáticas en un plazo máximo de 20 días desde que reciba notificación. Si no lo hace, lo hará Medio Rural, con cargo al dueño.

Un plan de choque para contener la plaga

La estrategia de contención incluye medidas drásticas: si más del 20% de un viñedo presenta síntomas, habrá que arrancar toda la plantación. También se deberán aplicar tratamientos insecticidas inmediatos y repetidos durante el vuelo del insecto vector, momento que será anunciado por la Xunta a través de su web. Los viveros y productores de planta tienen normas aún más estrictas, con inmovilización de material vegetal y eliminación bajo control oficial.

Además, la orden obliga a eliminar no sólo las cepas abandonadas, sino también otras especies vegetales (como Ailanthus altissima o Clematis) situadas a menos de 10 metros del viñedo, ya que pueden albergar al insecto.

Zonas demarcadas, zonas tampón y nuevas fronteras sanitarias

El territorio se organiza en zonas demarcadas (donde se detectó un positivo) y zonas tampón (al menos 2,5 km alrededor). También se definen zonas de riesgo, de hasta 10 km de ancho, donde se harán controles intensivos y tratamientos obligatorios. Es un perímetro de vigilancia activa para intentar frenar el avance de una plaga que, si no se ataja a tiempo, puede arruinar la viticultura gallega.

La orden es clara: si no se cumple con las obligaciones sanitarias, la Xunta actuará subsidiariamente y cobrará por la vía de apremio. Aun así, quienes colaboren arrancando y destruyendo por su cuenta el viñedo afectado podrán acceder a ayudas e indemnizaciones. Pero solo si cumplen las normas.

¿Por qué importa tanto al rural?

En Galicia, donde muchas fincas vitícolas están en manos de pequeños propietarios o en estado de semiabandono, esta plaga supone un riesgo sistémico. La viticultura no es sólo vino, es paisaje, es economía local, es cultura rural. La inacción de unos pocos pone en peligro el trabajo de cientos de viticultores comprometidos. La medida puede parecer dura, pero busca proteger al sector en su conjunto.

Una plaga sin cura, pero con solución colectiva

Frente a la Flavescencia dorada, no hay tratamientos milagrosos. Sólo vigilancia, prevención, y responsabilidad compartida. La nueva normativa marca un antes y un después: el viñedo gallego no se puede permitir grietas en su defensa sanitaria. Porque si no actuamos ahora, puede que pronto no tengamos qué salvar.

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