- El proyecto de extracción de cobre en Touro resurge tras ser desautorizado, generando alarma por su impacto ambiental y en más de 5.000 vacas del sector ganadero.
La polémica vuelve a Touro, en A Coruña, con el anuncio de un nuevo proyecto de extracción de cobre que promete revivir las tensiones en la región. Tras la desautorización del anterior intento, las alarmas han saltado nuevamente, especialmente en el sector ganadero, que prevé un impacto devastador en la actividad de más de 5.000 vacas de la zona.
El colectivo Elas Eles ha señalado que, al revisar los primeros informes relacionados con el proyecto, la amenaza para el sector primario es evidente. Los posibles efectos de la minería incluyen contaminación de acuíferos, alteración de pastos y riesgos para la salud animal, lo que podría traducirse en una crisis para muchas explotaciones ganaderas ya debilitadas por el alza de los costes y las condiciones del mercado.
La pregunta que flota en el aire es si la conselleira de Medio Rural dará la cara ante un problema que podría poner en jaque a una de las bases económicas de la región. Hasta ahora, el silencio institucional ha sido la norma en este tipo de situaciones, dejando a los afectados sin un interlocutor claro y con la sensación de abandono por parte de las autoridades.
En el pasado, la actividad minera en Touro ya generó graves conflictos medioambientales. Asociaciones ecologistas y vecinales recuerdan los daños provocados por la explotación anterior: vertidos contaminantes al río Ulla y efectos negativos en la biodiversidad y los terrenos agrícolas. El resurgimiento de este proyecto trae consigo el temor de que la historia vuelva a repetirse, pero esta vez con un impacto directo y masivo sobre las granjas ganaderas.
Desde el sector ganadero, se exige una mayor transparencia y la realización de estudios de impacto que garanticen la sostenibilidad de la actividad. “La ganadería es el motor económico de estas comunidades. Si lo destruyen, ¿qué nos queda?”, señala un ganadero local que teme por la viabilidad de su explotación.
El proyecto plantea una encrucijada: mientras sus promotores destacan los beneficios económicos que podría traer, como empleo y actividad industrial, los detractores insisten en que las consecuencias sociales y ambientales serían irreparables. A esto se suma el cuestionamiento de por qué se aprueban proyectos que, en regiones como Galicia, chocan de lleno con actividades tradicionales como la ganadería y la agricultura, pilares de su identidad rural.
Con más de 5.000 vacas en juego, el nuevo intento de explotación minera en Touro abre un frente de conflicto que no solo afectará al medio ambiente, sino también a las personas cuya vida y sustento dependen directamente de su entorno. La responsabilidad recae ahora en las autoridades, que deberán decidir si priorizan los intereses de grandes empresas o el bienestar de su población rural.