- Un ganadero de Ortigueira estuvo a punto de morir tras un ataque de velutinas. El caso reabre el debate sobre el control de esta plaga en el rural gallego.
Un ataque que pudo ser mortal
Antonio, vecino de Devesos (Ortigueira), se salvó por muy poco. A sus 62 años, este ganadero con décadas de trabajo en el rural gallego sufrió un brutal ataque de avispas velutinas mientras cortaba leña en un prado cercano a su casa. La escena podría haber terminado en tragedia si no hubiera estado acompañado: “Me salvó que no estaba solo”, repite.
Las avispas habían anidado dentro de un neumático usado para sujetar silo. El humo de la motosierra las alteró y se lanzaron al ataque. Antonio fue picado varias veces en el brazo y la mano. En minutos, perdió la visión y comenzó a sufrir síntomas graves de anafilaxia. Su primo alertó al 112, y la rapidez del helicóptero del 061 fue crucial para salvarle la vida. En menos de diez minutos estaba en el Hospital Naval de Ferrol.
Emergencias sin recursos: la realidad rural
El caso pone de nuevo sobre la mesa la precariedad de recursos sanitarios en zonas rurales como Ortigueira. No hay ambulancia medicalizada, por lo que el traslado urgente en helicóptero fue determinante. “Si no, lo mismo no llegaba a tiempo”, explica el propio afectado.
La pareja de Antonio, con sangre fría, coordinó el aviso a emergencias. Él no recuerda casi nada del trayecto, salvo el ruido del helicóptero y el profesionalismo del personal sanitario: “El tratamiento fue bestial, un montón de tubos… tremendo”. Doce horas después recibió el alta, pero tuvo que volver al PAC al día siguiente por sarpullidos y reacciones secundarias.
Un riesgo constante en el trabajo agroforestal
La amenaza de la velutina va mucho más allá de los huertos y los colmenares. Antonio no es apicultor, sino ganadero, pero la realidad es la misma para cualquier vecino que trabaje el campo o el monte: el peligro de encontrarse un nido oculto, especialmente durante tareas como la corta de leña, la siega o los desbroces.
Él lo vivió en un prado, pero muchos otros trabajan en zonas de más difícil acceso, donde un rescate sería aún más complejo. “Hay que tener cuidado con los desbroces en el monte y nunca ir solo”, advierte.
¿Y la respuesta institucional?
Antonio lo tiene claro: “El tema de la velutina es fastidiado, pero no puede recaer solo en los vecinos”. Critica que la lucha contra esta especie invasora se base casi exclusivamente en la reacción ciudadana, sin campañas públicas sistemáticas de trampeo ni vigilancia preventiva.
Desde la asociación Recursos de Aldea (Ortegal) también reclaman un plan claro de control, que incluya:
• Trampeo de reinas en primavera.
• Equipos profesionales de intervención rápida.
• Información práctica para la población rural.
• Coordinación entre concellos, Xunta y Gobierno estatal.
La Xunta ha desarrollado planes puntuales, pero la falta de continuidad y de implicación directa en muchos concellos deja amplias zonas rurales desprotegidas frente a esta especie invasora, que afecta al medio ambiente, la salud y las economías familiares.
Un aviso al rural: prevención y solidaridad
El testimonio de Antonio —ganadero, músico y vecino de toda la vida— es un toque de atención al rural gallego. El riesgo existe, pero hay formas de reducirlo:
• No trabajar solo en el monte.
• Extremar las precauciones al usar maquinaria.
• Llevar siempre a mano un autoinyector de adrenalina si se tiene alergia.
• Avisar al 112 ante cualquier avistamiento de nidos.
La rápida actuación del GES, la Guardia Civil y los servicios sanitarios salvó una vida, pero no todos los días hay tanta suerte.