- La posible entrada de lácteos neozelandeses en India podría trastocar los equilibrios globales del sector, afectando a pequeños ganaderos de todo el mundo.
Un gigante dormido se despierta: la India y el mercado lácteo
Cuando se piensa en grandes potencias lecheras, lo habitual es hablar de la Unión Europea, Estados Unidos o Nueva Zelanda. Pero rara vez se menciona a la India, pese a ser, desde hace años, el mayor productor de leche del planeta. Con un modelo basado en millones de pequeños ganaderos y un consumo interior descomunal, la India ha sido hasta ahora una potencia autosuficiente pero encerrada en sí misma.
Eso puede estar a punto de cambiar. El acuerdo comercial que negocian la India y Nueva Zelanda podría abrir por primera vez ese mercado a productos lácteos extranjeros, y sus efectos podrían sentirse incluso en las aldeas más pequeñas del rural gallego.
Nueva Zelanda entra en juego: leche en polvo con destino asiático
El acuerdo en cuestión reduciría o eliminaría los aranceles que hasta ahora protegían el mercado indio frente a las importaciones. Esto daría vía libre a productos lácteos de Nueva Zelanda —especialmente leche en polvo y mantequilla— para entrar a competir en el país con más consumo de lácteos del mundo.
Nueva Zelanda, que ya es una superpotencia exportadora, ve aquí una oportunidad estratégica para expandirse en Asia y ganar músculo frente a competidores como EE.UU. o la Unión Europea. Es un movimiento que podría reconfigurar los flujos globales de comercio lácteo, desplazando exportaciones y presionando los precios internacionales.
Ganaderos indios: los más vulnerables del acuerdo
La otra cara de esta apertura está en el campo indio. Allí, la producción lechera descansa sobre millones de pequeños ganaderos, muchos de ellos con pocas vacas, sin maquinaria y con bajos rendimientos. Para ellos, la llegada de productos más baratos desde Nueva Zelanda supone una amenaza directa a su subsistencia.
Con precios ya ajustados al límite, una bajada impuesta por la competencia internacional podría dejar fuera de juego a miles de explotaciones familiares. Y eso en un país donde la leche no solo es alimento, sino medio de vida para millones de personas.
¿Y qué pasa en Galicia y en el rural europeo?
Aunque la India no es (por ahora) un importador relevante de lácteos gallegos o europeos, lo que ocurra allí puede arrastrar al resto del mundo. Si Nueva Zelanda coloca buena parte de su producción en India, puede reducir su presencia en otros mercados… o, al contrario, si no consigue abrirse paso, puede volcar sus exportaciones en Asia-Pacífico y Europa a precios más agresivos.
Esto puede traducirse en mayor competencia internacional y presión a la baja en los precios, justo cuando el sector europeo empieza a estabilizarse tras años de volatilidad. Y si China sigue los pasos de India y abre aún más su mercado, podríamos estar ante una nueva era del comercio lácteo global, donde los grandes bloques pelean por espacios en Asia.
Un pacto lejano, pero con eco en nuestras granjas
A simple vista, un acuerdo entre Nueva Zelanda y la India parece una historia lejana. Pero en realidad, nos afecta a todos los que vivimos del campo y la leche. Porque en un mercado globalizado, lo que ocurra en Asia puede terminar repercutiendo en las cotizaciones de la leche en Galicia, Castilla, Francia o Irlanda.
Como en tantas otras ocasiones, los pequeños ganaderos —ya sea en Bengala o en Terra Chá— son los más expuestos a los vaivenes de las grandes decisiones políticas y comerciales. Por eso, más que nunca, hay que estar atentos a lo que pasa fuera, para prepararse desde dentro.