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lunes, abril 29, 2024

«Hay que asumir un papel activo en la defensa de la leche de vaca»
Irene Herdeiro Ermida | SAL Irmãos Ermida, Região do Minho

Nos desplazamos hasta el lugar de Perelhal, en Barcelos —Região do Minho, Portugal— para hablar con Irene Herdeiro Ermida. Esta joven ganadera tomó en su momento una decisión que comienza a ser, afortunadamente, habitual en su región. A pesar de haber estudiado la carrera de Economía, Irene prefirió quedarse con la explotación lechera que habían fundado sus padres y aplicar en ella los conocimientos adquiridos durante la época de estudiante. Junto con su hermano Manuel, dirige la Sociedade Agrícola Limitada Irmãos Ermida, en la que manejan una cabaña de 88 vacas entre las que predominan las frisonas, pero también las rojas suecas y el cruce de ambas. Se pone un poco nerviosa al ver la grabadora con la que vamos a registrar la entrevista pero, cuando empezamos a hablar de su explotación, de las vacas y del sector lechero, se suelta con la naturalidad y el conocimiento de quien dedica muchas horas de su vida a cuidar cada detalle de la granja.

Fotos: Cristina L. González


Al igual que sucede en casi todas las explotaciones familiares de España y Portugal, Irene dedicaba desde pequeña buena parte de sus vacaciones escolares y fines de semana a ayudar en la granja. No es que estuviera obligada a hacerlo, pero siempre fue una enamorada de los animales en general y de las vacas en particular. Al acabar la licenciatura encontró trabajo en una empresa en la que se encargaba de los recursos humanos. Un proceso vital muy común hasta que, como miles de jóvenes en toda Europa, se vio en la calle por culpa de la crisis económica. En ese momento su hermano, cuatro años más joven, le propuso formar una sociedad y hacerse cargo de la explotación que habían fundado sus padres. Durante dos años se probaron a sí mismos para comprobar si habían tomado la decisión adecuada, y si su futuro y vocación pasaban por la producción de leche. Una vez que lo tuvieron claro, dieron un paso adelante.

«La decisión más importante fue elaborar un proyecto para aumentar y mejorar las instalaciones e introducir un robot de ordeño. Fue una inversión muy elevada pero imprescindible. Y, ya antes de acometerla, sabíamos cuál era nuestro tope de animales. No queríamos exceder nuestra capacidad para alimentarlas correctamente a todas». Lo siguiente fue distribuir de forma efectiva el trabajo: Irene se encargaría de estar en la explotación y del cuidado de las vacas, y Manuel del laboreo de las fincas y la producción de forrajes. De hecho, el joven ya se dedicaba —y sigue haciéndolo— a ofrecer servicios de maquinaria a otros agricultores y ganaderos de la zona.

La decisión más importante fue elaborar un proyecto para aumentar y mejorar las instalaciones e introducir un robot de ordeño. Fue una inversión muy elevada pero imprescindible.

El día a día en la granja

«Todos los días, cuando llego, recojo a los animales para acondicionarles las camas y servirles la ración. Luego los agrupo en función de su estado para el ordeño y después alimento a los ejemplares de recría. También compruebo cómo están a nivel sanitario, les doy algún tratamiento a los que lo necesitan y les hago el pediluvio una vez por semana. Además, me encargo de limpiar y comprobar el estado del robot».

Pero una de sus funciones más importantes se desarrolla cuando el establo está en marcha. Es entonces cuando Irene sube a la oficina y analiza, delante del ordenador, los parámetros relativos a las vacas marcados por el robot: «Si aumentaron o disminuyeron su producción y su peso, si hay algún caso de mamitis o fiebre, los índices de la leche… Eso lo hago al comienzo y al final de la jornada, analizando vaca por vaca, porque considero que el productor debe tener toda la información sobre cada animal para anticiparse a los problemas. Hay que tomar los datos, analizarlos y, con ellos en la mano, observar a los animales. Que coman o produzcan menos ya nos indica que algo falla. En algunos casos hemos atajado una neumonía silenciosa porque los índices que marca el robot no eran los lógicos. Y luego, viendo a la vaca, ya detectas que algo pasa».

Revista AFRIGA — Ganaderías — SAL Irmãos Ermida

Al estar siempre en la granja, ella es la que trata con los proveedores —veterinarios, comerciales de pienso o fitosanitarios…—, consensuando con su hermano cualquier modificación importante en cuanto a nutrición o sanidad. El trabajo administrativo —gestiones en los bancos, solicitud de subvenciones, entrega de documentación…— es responsabilidad del que tenga más disponibilidad en ese momento. Eventualmente, uno de los operarios que Manuel tiene en su servicio de maquinaria agrícola puede realizar algún trabajo en la granja, pero el día a día recae en los dos hermanos con el apoyo de su madre.

El productor debe tener toda la información sobre cada animal para anticiparse a los problemas. Hay que tomar los datos, analizarlos y, con ellos en la mano, observar a los animales.

La importancia de la experiencia acumulada

Aunque ambos transformaron la explotación, consideran que la experiencia de sus padres, especialmente la de la madre, es un activo más de la granja: «No es solo que nos ayude con el trabajo, es que su experiencia nos soluciona problemas y nos sirve de aprendizaje. Cuando ve una vaca con el pelo encrespado en la columna dice que es por falta de vitamina. Siempre detecta si un animal está afectado por algo y, generalmente, su diagnóstico es ratificado por los datos del robot».

Revista AFRIGA — Ganaderías — SAL Irmãos Ermida

Sus padres esperaban que ellos heredasen la granja pero, tal y como reconoce Irene, «nuestro trabajo y condiciones son muy diferentes de las que ellos tenían. Nosotros siempre hemos estado con precios bajos, y ahora el manejo y cuidado de los animales es más profesionalizado y, por lo tanto, más complejo. Siempre tenemos que estar analizando costes y comparando precios, cosa que antes no pasaba. Por no hablar del bienestar animal, que entonces ni existía. En su época el precio era mayor y los costes menores, lo que les permitió sentar una buena base. Nosotros hemos modernizado la granja, pero con mucho más esfuerzo y riesgo por factores externos».

Juventud y futuro

La ganadera de Perelhal asegura que la juventud no fue un problema a la hora de incorporarse, y que nadie se aprovechó de su falta de experiencia. Lo más difícil fue cumplir con bancos y proveedores, porque el endeudamiento era una situación nueva. Aterrizó en la explotación sin problemas: «Estábamos respaldados por el trabajo de décadas de nuestros padres, y eso siempre ayuda». La principal diferencia y dificultad fue el cambio de política, ya que sus padres no pedían préstamos para mejorar la granja: cuando tenían dinero lo invertían y cuando no, no. «En cambio nosotros tuvimos que solicitar un crédito para la reforma y, en aquel momento, los intereses estaban bastante altos, al 11 %», recuerda.

La intención de los dos hermanos es seguir con la granja hasta que se jubilen: «Queremos mantener lo que tenemos, no nos planteamos una ampliación. Nuestro objetivo es una explotación sostenible, autónoma en lo posible y viable económicamente. Para ello la estrategia es producir el máximo de alimentación con el terreno que tenemos, de ahí que no queramos más animales. Por ejemplo, este año vamos a sembrar trigo para tener paja y no tener que comprarla». Recientemente mejoraron las instalaciones de recría, pero aseguran que las inversiones no irán más allá.

Tanto el hijo de Irene como los de Manuel son demasiado jóvenes como para saber si el día de mañana seguirán con la explotación, y tampoco es algo que les preocupe por ahora. En lo que sí hay diferencia es en la relación con la granja: «Nosotros, de pequeños, pasábamos muchas horas con las vacas. Nuestros hijos tienen tantas actividades que no les quedan horas para estar aquí, aparte de que ahora todo el trabajo es más profesional y tampoco sabrían hacerlo».

Como ya comentamos al principio, el caso de Irene no es aislado en Perelhal y Barcelos donde, como ella, muchos jóvenes licenciados universitarios se han hecho cargo de las explotaciones familiares. De hecho, buena parte de ellos ya realizaron estudios que les fuesen útiles en las granjas, como Ingeniería Agrícola o Veterinaria. Irene ve muy positiva esta tendencia: «El sector lácteo está muy envejecido porque los bajos precios, los tipos de contrato que se aplican y la inestabilidad hacen huir a los jóvenes. Aquí esto se ha frenado y se vislumbra futuro. Y eso que es de los pocos sectores en que está siendo más difícil mantener el negocio de lo que fue levantarlo». Pero, igual que en España, montar una granja partiendo de cero es, a juicio de Irene, irrealizable: «Las inversiones tendrían que ser tan grandes que no lo veo posible. Esto no es horticultura, donde llega con tener tierra y estar pendiente de ella. Aquí todo requiere un gasto muy elevado que nadie podría afrontar y nadie se arriesgaría a financiar».


—ARTÍCULO COMPLETO DISPONIBLE EN AFRIGA #135—

En el artículo completo Irene Herdeiro nos habla de formación y salud animal, recría, concursos y subastas, así como de sus preocupaciones y reivindicaciones. También se incluye una ficha técnica con los datos de su explotación.


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